Por
Alberto Lanzarotti

ay un tango de éxito que se repite en los programas del género y que últimamente asociamos inevitablemente a la guerra de Malvinas, aunque sus autores lo crearon muchos años antes. Ese tango fue para el recordado Oscar Alonso una de sus muy buenas creaciones. El lector ya sabrá que hablamos de “La novena”, el tango de Alfredo Bigeschi y el bandoneonista Miguel Bonano, protagonista de esta nota.

Contamos para ello, con lo que nos relatara el mismo músico, además de numerosos testimonios gráficos de su desempeño, entre los que figuraba una nota que le hizo el periodista Carlos Marín.

La tarea de Bonano comenzó a trascender en Avellaneda —su ciudad natal—, por su trabajo en la inauguración del cine Select con un cuarteto musical y también, por su actuación en dicha sala, en la época del cine mudo.

En 1926, inició sus estudios con el profesor Bartolomé Chapela. Poco tiempo después, con el guitarrista Maximiliano (que pulsaba una guitarra de 9 cuerdas) y el violinista Angel Fariña, actuaban en los comités del político Barceló, para luego pasar al Cine Mitre, integrando el cuarteto de Lía Acuña de Andreoni con ella en el piano, en el violín Mersio, el contrabajo Rossi y bandoneón Bonano. También animaba muchos bailes que se hacían en su ciudad.

Su calidad musical y su tarea previa hicieron que un pianista amigo, José Márquez, lo recomendara a Eduardo Bianco que triunfaba en París. Bianco lo mandó llamar y para allá partió el joven Bonano con su fueye y sus ilusiones. Previamente le habían ofrecido una despedida en el Select, donde actuaron numerosos artistas entre ellos: Carlos Gardel, Azucena Maizani, Mercedes Simone, entre otros.

Embarcado en el buque alemán Sierra Ventana, arribó al puerto de Boulogne Sur Mer el 12 de octubre de 1928 y de ahí, en tren hasta París. Instalado allí, se dedicó durante tres noches a observar a la orquesta, que actuaba en el Teatro Apolo y luego se incorporó al conjunto.

Al actuar en un lugar así, frecuentó a primeras figuras como Maurice Chevalier, Josephine Baker, las hermanas Norma y Constanze Talmaggi. Con la orquesta de Bianco inauguraron el Palace du Mediterranée. En algunas oportunidades también, hacían reuniones en lo de Chevalier.

La juventud de Bonano y sus grandes condiciones asombraban al público y colegas. Su trabajo en Francia se amplió más de lo imaginado, ya que la orquesta realizó una extensa gira que abarcó España, Italia, Rumania, Grecia, Turquía, Egipto, Alemania y Suiza. El desempeño de la formación fue todo un éxito y se la llamaba La Famosa Orquesta de los Reyes, porque actuaron ante el rey de España en San Sebastián y la reina María de Rumania. Otro tanto ocurrió en la Villa Saboya, de Italia, donde el rey los obsequió con gemelos de plata a cada uno. En Nápoles lo hicieron ante Benito Mussolini.

Destacable fue la actuación en Turquía, en Constantinopla (actual Estambul), donde con el teatro lleno y con el público de pie, cerraron la función con el tango “A media luz” y la gente aplaudía a rabiar y hacían volar sus sombreros.

De nuevo en París, siguió unido a Bianco hasta mayo de 1929. La nostalgia por los suyos —pensemos en su juventud— decidió su regreso y el 30 de mayo de 1929 partió desde Génova en el buque Conte Rosso hacia Buenos Aires.

Pero ese viaje iba a tener un desarrollo especial porque, nos cuenta entusiasmado Bonano, que al hacer escala en Barcelona se embarcó allí en ese mismo barco con destino a nuestro país, Carlos Gardel, quien venía de obtener gran éxito en España.

En el puerto español, Bonano se encontró con Irusta, Fugazot y Demare, que también actuaban en la ciudad catalana y le avisaron del viaje del Zorzal, que se volvía con Riverol y Aguilar. El encuentro fue emotivo y la travesía se caracterizó por sus jornadas de cantos, copas y alegría generalizada. Pero cuando estaban por entrar a Buenos Aires después de tan largo viaje, les comunicaron que debían esperar en cuarentena pues se había propagado la peste bubónica en la ciudad.

Transcurrido ese tiempo, ni bien llegado, comenzó a trabajar en el cine Select, y compuso el tango “Mi primer gol”, que le grabó Gardel.

Con el arribo del cine parlante, cesó en su trabajo y se incorporó a la orquesta de Edgardo Donato con el que actuó durante siete años. De ahí pasó a formar el conjunto Los Poetas del Tango, que componían: Miguel Nijensohn, Antonio Rodio, Héctor Artola, Miguel Bonano y como cantor Francisco Fiorentino. Según él mismo nos relata, la intención duró apenas el mes que actuaron por Radio Belgrano, pues el presentador, que era Tito Martínez Del Box, anunció en una audición: «Ahora van a escuchar a los verdaderos poetas del tango», pero nos asegura Miguel Bonano, que eso lo oyó Canaro y no le gustó la frase, le habló al secretario de Yankelevich, un señor Cosio, y sobrevino la cancelación del contrato de los «poetas».

Entonces se formó la orquesta Nijensohn con la que inauguraron la boite Lucerna, de la calle Suipacha. Los músicos del nuevo intento fueron: en bandoneones, Ramos, Sayago y Bonano; violines: Sevilla y Pandolfi; contrabajo: Nicolini, (El Nene). Esos intérpretes y otros agregados formaron luego la gran orquesta de Lucio Demare y cuando actuaban en Radio Belgrano, se incorporó Máximo Mori.

El orden de los distintos conjuntos que integró Míguel fue el siguiente: con Roberto Zerrillo actuó 1 año, con Rodolfo Biagi, 7 meses y después Alberto De Caro que componían además, Manuel Sucher, Héctor Presas, Azara, Preboche, José De Caro y en el canto Rosita Quintana y Félix Gutiérrez, orquesta con la que debutaron en Chile. Al regreso formó en la de Eduardo Bianco para el teatro El Nacional, en la compañía de Arturo De Bassi. Allí concurrían muchos grandes músicos para oírlos.

Siguió más tarde durante cuatro años, con Ángel D'Agostino. Actuó después en los teatros El Nacional, Comedia y Maipo, como acompañante de Jovita Luna, Alba Solís y Sofía Bozán por espacio de 12 años. Estuvo en Radio El Mundo, como músico estable, 21 años.

Tiempo después, se formó la orquesta Ahumada-Bonano de gran actuación en Radio El Mundo, conjunto con el que grabaron 4 temas en Odeon. Posteriormente cumplió funciones de tesorero en SADAIC.

De su intensa tarea como músico y compositor, podemos destacar: los ya mencionados “La novena” y “Mi primer gol”, “La canción de la ribera”, “Por un te quiero”, “Presentimiento”, “Alas queridas”, “Mi querida aurora”, “Los piropos”, “Esta vuelta pago yo” y otros más, algunos cantados en exclusividad por Sofía Bozán.

Publicado en Cuadernos de Difusión del Tango, nº 14.