Por
Ricardo García Blaya

Un millón de tangos

n el 2010 el tango va a cumplir más de ciento treinta años. Y tratando de evitar la eterna discusión sobre sus orígenes y etimología, nos preguntamos que cantidad de obras fueron inspiradas desde su gestación. La respuesta hay que pensarla y anticipamos, no es sencilla.

Muchos arriesgan con las obras registradas en SADAIC, otros con el probable número de grabaciones y, como es típico entre tangueros, se discuten las cifras con énfasis y vehemencia. Pero la realidad es que nadie puede conocer, a ciencia cierta, cuantos tangos existen.

Con mis alumnos del seminario Investigación, relevamiento y archivo del tango que dicto en la Academia Nacional del Tango, hemos comprobado, sobre un número de alrededor de veinte mil partituras, que el noventa por ciento de las mismas no llegaron al disco. Es decir, que su contenido musical permanece escondido en el laberinto de los pentagramas, convertido en un misterio casi metafísico.

Asimismo, una interesante conclusión: casi el cincuenta por ciento de las páginas relevadas, no fueron inscriptas en SADAIC, ya sea porque fueron concebidas cuando la institución no existía o por falta de interés o vaya a saber uno la razón.

Otra cuestión es la gran cantidad de obras existentes, incluso escritas por músicos consagrados como Ángel Villoldo, Eduardo Arolas o Agustín Bardi, que no fueron partituras, que no llegaron a una empresa editorial. Todo lo cual nos lleva a pensar, en total acuerdo con nuestro amigo Héctor Lucci, que hay un millón de tangos.

Esto parece un chiste, pero no lo es. Nuestra afirmación, si bien contiene una metáfora, es tan válida como cualquiera otra cuantificación que se haga.

El tango comenzó a expresarse como tal, alrededor del año 1880. Para poner las cosas en contexto, nació treinta y cinco años antes que el jazz.

Desde ese mismo instante, acompañó la realidad de su entorno, convirtiéndose en un testigo de su época y de las posteriores, en la medida que se fue desarrollando.

Una realidad que comprendía tanto los hechos sociales, los económicos y los políticos, también los meramente cotidianos. Además, dio testimonio de diversos acontecimientos históricos y de pintorescos sucesos de época. Esto que afirmamos, se ve fundamentalmente reflejado en los títulos de las obras, en sus dedicatorias o, en su caso, en las ilustraciones que adornan las partituras.

Recordemos que el fenómeno de la letrística vendría muchos años más tarde, a partir de “Mi noche triste (Lita)”, primer tango canción, grabado por Carlos Gardel en 1917. Es decir, cuarenta años después de la gestación del género.

El tango fue durante dos décadas la música de moda del mundo y, como tal, también fue un reflejo inspirado en cosas que sucedían en la orbe, especialmente en Europa y en Estados Unidos (“El Marne”, “Wilson”, “Eternamente”).

Las etiquetas de los discos, en su medida, resultan otra fuente de información, pero relacionada a los sellos, a los intérpretes, a los autores, a las fechas de grabación que se pueden inferir del número de disco o por la matriz o por la serie de edición.

En resumen, por su condición testimonial, las partituras y las etiquetas son en nuestra asignatura, documentos fundamentales para la acción investigativa.

Para hacer el relevamiento utilizamos un método simple que estimula nuestra curiosidad y resulta muy entretenido. Consiste en fijarnos diferentes temáticas que sirvan de guía en la búsqueda de las obras.

Dichas temáticas pueden ser de la índole más variada y se expresan en los títulos, en las dedicatorias o en las ilustraciones de las partituras, ejemplo: tangos con nombre de mujer(“Marianita”, “Gricel”, “Juanita”), con sucesos aeronáuticos (“Don Teodoro”, “La Ratona”), con nombre de flores (“Clavel del aire”, “Flor de un día”), relacionados a la actividad económica (“Dónde hay un mango”, “Ley de jubilación”), a la política (“Unión Cívica”, “El socialista”), a las labores y oficios (“El escobillero”, “El periodista”, “El baquiano”), al deporte (“Taponazo (Che, Ferreyra)”, “El sueño del pibe”), al turf (“La rodada”, “Moñito”), etc.

Tómese nota que en la mayoría de los ejemplos que mencionamos figuran tangos de autores conocidos, pero son muchísimos más los desconocidos que no dejan rastros.

De este modo, comienzan a aparecer cientos de autores ignotos, infinidad de nombres de personas, empresas editoriales, direcciones, precios, subtítulos, listados de otras composiciones en la contratapa, fotos y bellísimas ilustraciones, todos elementos que de por sí, son materia de análisis e investigación.

El fin de nuestro seminario es dejar constancia de nuestra labor a las futuras generaciones, en fichas (digitales o comunes), donde se consignan todos estos datos. Además, agregamos las grabaciones que detectamos, enumerando las versiones y dejando constancia de toda otra información que surge de las etiquetas.

Muchos creadores e intérpretes hubieran quedado en el olvido definitivamente, si no fuera por la tarea de rescate de los coleccionistas e investigadores. Esta acción reivindicatoria es precisamente, el objetivo de nuestro sitio Todo Tango y también, del seminario.

Todavía quedan interminables asuntos a resolver. Algunos ejemplos: ¿Quién era Horacio Mackintosh?, ¿Y quién Pedro Datta?, ¿A que se refiere el título “El Piñerista”, ¿Cómo suenan los incontables tangos inéditos?, ¿Cuál eran las causas de las dedicatorias?, ¿Quiénes fueron los verdaderos autores de algunos tangos? e infinitas incógnitas más.

El anhelo de todo compositor es trascender por su obra, que esta forme parte de los repertorios de otros artistas y que sea difundida.

Detengámonos un minuto y reflexionemos sobre el proceso creativo. La melodía y sus componentes ronda en la cabeza del artista. Cuando está terminada la pieza, este la escribe en un papel pentagrama. Luego, la intenta convertir en una partitura impresa interesando a un editor, pero su sublimación como obra musical, su tangibilidad sólo resulta cuando llega a los oídos del público.

Es decir, que la obra que imaginó el creador, obtiene su sentido artístico y su materialización, cuando puede ser escuchada por otra persona.

En el interior de aquellas que no fueron registradas fonográficamente, las partituras guardan un misterio —cargado de notas, corcheas y semicorcheas—, que como el frasco del cuento, están aguardando que alguien las libere igual que al genio.

Como ejemplo final les comento, que uno de esos frascos lo abrió para nosotros Osvaldo Requena con su piano y lo publicamos en Todo Tango para compartirlo con nuestros amigos: el tango “Volcán”, un inédito que le llevamos al maestro a su casa, escrito con tinta china por el propio Tigre del bandoneón.