Por
Ricardo García Blaya
| David Pinsón Ovejero

omo muchos casos en la historia del tango, el pianista Pedro Datta es para nosotros un ilustre desconocido, no obstante su creación artística plasmada en muchas partituras que por suerte conservamos y de un clásico inolvidable, su vals “El aeroplano”.

Como será misteriosa su vida, que la mayor información la obtuvimos de su partida de defunción.

Así nos enteramos de que era argentino, vecino del barrio de Villa Urquiza, con domicilio en la calle Mendoza 4870, lugar donde murió a los 47 años, a las 4 y 20 horas. Que era hijo de Pedro y de Dominga Pastore, ambos italianos —probablemente de la región de Turín— y, que al momento de su deceso, ya habían fallecido. Que era empleado, soltero y nada más.

También hablamos con nuestro amigo el bandoneonista Gabriel Clausi, (El Chula), quien nos dijo: «Pedro Datta fue un pianista que componía muy bien y que nunca se presentó en público». Luego se acordó que Arturo De Bassi le había dicho que admiraba a Pedro Datta «por lo gran pianista y compositor que era».

Por supuesto que con tan exiguo material buscamos otras fuentes. Así nos llegamos hasta SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores), donde averiguamos que fue socio fundador con el número 725 y que compuso los tangos “El Parque” y “Para ti”; y los valses: “Alma dolorida”, “Intelectual”, “El aeroplano”, “Flor de un día”, “Flor de una noche”, “La travesía de los Andes” y “Pasión y sentimiento”.

El vals “Flor de un día” lo dedicó: «A mi buen amigo José Felipetti». El homenajeado, a su vez, le dedicó su vals “Rayo amoroso”.

Respecto de su tango “El Parque”, Ricardo Ostuni comenta en su nota, Los Tangos Radicales, publicada en la revista Club de Tango (nº 39, noviembre-diciembre 1999), dirigida por nuestro recordado amigo Oscar Himschoot:

«La epopeya del Parque (referido al Parque de Artillería, epicentro de la revolución del 90, asentado en la actual Plaza Lavalle) fue inmortalizada por un viejo tango: “El Parque”. La autoría pertenece a Pedro Datta, creador de aquel perdurable vals llamado “El aeroplano” (que supo llevar letra del payador Pancho Cueva —Francisco Bianco—) y a cuyo influjo bailaron las abuelas en los patios golosamente emparrados».

Es importante recordar que sobre los sucesos del Parque, hubo otras páginas escritas y hasta con el mismo título (ver “El Parque [b]”). Observemos que Ostuni se ve obligado a remitirse al popular vals, atento a la falta de documentación sobre el compositor. Tampoco, figuran ni Datta, ni “El aeroplano” en El Libro del Tango de Horacio Ferrer.

Del difundido vals, que conforme surge de su partitura, está «Dedicado a mi buen amigo Manuel Aróztegui» (editor Felipetti), la primera grabación que conozco es la de Francisco Canaro en 1915, para el sello Atlanta (disco 3017).

Además destacamos, entre muchas otras, las de: la orquesta de Eduardo Arolas con el cantor Francisco Bianco (1917), la de Roberto Firpo (1920), Adolfo Carabelli (1927 y 1928), el Trío Ciriaco Ortiz (1933 y 1934), el dúo Feliciano Brunelli (1934), el Cuarteto Firpo (1936), la orquesta de Juan D'Arienzo (1938), la de Héctor Stamponi (1948), el cuarteto de Juan Cambareri (1949) y la orquesta de Adolfo Pérez (Pocholo) (1950).

Una grabación curiosa, porque después de muchos años es la segunda versión cantada, es la del pianista Ariel Ramírez con la voz de Tito Argüello, disco Philips 6347200 (5522), de 1975.

Llama la atención que, Francisco Canaro, un especialista en embellecer y orquestar majestuosamente los valses, después de su registro acústico de 1915, no haya vuelto a grabar “El aeroplano”, una pieza hecha a su medida.

Además de este exitoso vals, otras de sus obras que llegaron al disco fueron: “Alma dolorida”, grabado por la orquesta de Celestino Ferrer (disco Victor 63.783-A, del 1/3/1916) y por Juan D’Arienzo en 1937; “La travesía de los Andes” (disco Odeon 475-A) y “Flor de una noche” (Odeon 476-A), ambos por Roberto Firpo en 1916; y, en nuestros días, “Intelectual” (erróneamente titulado “El Intelectual”), por el Cuarteto de la Ochava, dirigido por el guitarrista Pedro Chemes, en 1983. Los datos de las grabaciones acústicas fueron informados por nuestro amigo y coleccionista Enrique Binda.

Asimismo, tenemos otra partitura, el vals “Alma gaucha”, con letra de José Fernández y cuya tapa (editor Natalio Héctor Pirovano) la presenta como obra póstuma.

Siempre es importante conocer la trayectoria, la vida del músico, al hombre de carne y hueso, pero el creador perdura por su legado artístico y, en este caso se infiere —al escuchar sus composiciones— su fino trazo melódico, su creatividad innata.

Deducimos que Pedro Datta carecía de formación técnica porque, según nos cuenta Juan Silbido, Manuel Aróztegui fue quien realizó la escritura musical de “El aeroplano”.

Bruno Cespi me confesó que uno de sus valses preferidos es “Alma dolorida” y que considera excelente la versión del Rey del Compás.

Hasta aquí llegamos. Seguiremos indagando sobre este singular creador, que sumergido en el misterio del pasado, Todo Tango intenta rescatar de las aún más oscuras profundidades del olvido.