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Mario Pardo
Nombre real: Pardo, Mario Alberto
Guitarrista, cantor, letrista y compositor
(2 noviembre 1887 - 29 agosto 1986)
Lugar de nacimiento:
(Cerro Largo) Uruguay
TEMAS AQUÍ MENCIONADOS
La cumparsita
Tango
La guitarrita
Tango
La tropilla
Triunfo
Sans souci
Tango
CREADORES AQUÍ MENCIONADOS
Carlos Gardel
Eduardo Arolas
Ignacio Corsini
José Razzano
Mario Pardo
Por
Salvador Arancio
ació en Cerro Largo, República Oriental del Uruguay y murió en Burzaco, Provincia de Buenos Aires.
En su tiempo fue reconocido como uno de los mayores talentos de la guitarra y, seguramente, el mejor concertista que dio el Río de la Plata. Sin embargo, no tuvo la repercusión popular que debía acompañarlo. Es posible que le interesara, por su formación, mucho más el hecho musical y, más adelante, los derechos de autor, que codearse con la gloria. Además estuvo consustanciado con la vida de campo que se ajustaba mejor a su carácter.
«Nací en ese pueblo de casualidad. Mis padres habían viajado para comprar hacienda y se apuró la cigüeña. De allí pasamos a Carmelo, el pueblo de mi simpatía y de mi cariño. Carmelo tiene su encanto, su historia romántica. Allí con el paso del tiempo fundé conservatorios y fui inspector de bandas militares.»
Cuando llegó a Buenos Aires con sus padres, lo mandaron a la casona Williams, en San Telmo, donde se alojaban todos los alumnos que venían del interior. Aquí cursó el primario, el secundario, además de estudiar música.
En el conservatorio permaneció hasta los 17 años. En las vacaciones iba a visitar a sus familiares al campo. Más precisamente, a la estación Pardo donde su papá tenía grandes extensiones de tierra. Allí conoció, según sus propias palabras «a gente brava, como el Matón Cabrera, El Zurdo, y también al guitarrista Banegas, que era de La Plata. Éstos eran varios hermanos. Tenían un carácter tan amistoso que cuando no tenían con quien pelear se tiraban algunos cuchillazos entre ellos».
En la casona frecuentó a grandes maestros de la música. Se recibió de maestro en composición y armonía. «Como un hermano de mi madre vivía en Nápoles, pude viajar a Europa e ingresé en el conservatorio San Pietro Omaiello, el más célebre del mundo en aquel tiempo. Allí, con gran decepción me inscribieron en séptimo año, faltándome tres años más para poder recibirme. Claro que me enojé al principio. Pero luego me di cuenta que era muy justiciero, por que de lo que ellos me pedían no sabía nada».
«El maestro Pierángelo, entonces, me dio uno de los consejos más valiosos, con una reflexión muy lógica. Me dijo: «Mirá, Italia tiene 2000 mil años de cultura y la Argentina sólo 100. Fíjate que hay mucha diferencia. Bastante has hecho tú, no te preocupes que serás un maestro bárbaro». Yo estaba desanimado porque creí que lo sabía todo y no era así.
«Yo no tocaba ningún instrumento en particular y todos, como ser el cello, la flauta, el piano, la mandolina y, naturalmente, el órgano, el padre de los instrumentos. También estudié dirección y banda».
La ilusión de Mario, como la de otros amigos era tocar en el Teatro Colón. Y ese sueño se cumplió el 4 de noviembre de 1934, cuando entró al Colón con cien guitarras. Una noche inolvidable. «Preparé pacientemente el conjunto, presenté un repertorio con valses vieneses, obras de Korsakov, y después lo mío: “
La tropilla
” y esas cosas camperas. Fue la noche más grande de mi carrera».
Ya con
Carlos Gardel
, los dos trabajando para Max Glücksmann, le propusieron a
Ignacio Corsini
, que actuaba en un circo con su mujer, ir a esa empresa para hacer discos y salas teatrales y así, ganar 1.300 pesos por noche. Una barbaridad comparado con lo que él ganaba.
A Glücksmann lo conoció en un recital suyo de música clásica en el Salón La Argentina. Un amigo se lo presentó y le dijo: «¡Che, Ruso, ¿querés escuchar música de tu país?», «Bueno —respondió el empresario—, ¿De qué pianista se trata?» No podía creer que fuera un guitarrista. Apostó una cena para todos los muchachos, a que no podía hacer Korsakov en guitarra. De más está decir que la pagó».
A Gardel y a
José Razzano
los escuchó por primera vez en el Armenonville, esa misma noche del concierto. Llegaron con Glücksmann y otros amigos. Él también cantó y alguien de los presentes lo elogió: «¡Qué gola tiene ese hombre». «No querido —respondí— gola no, tengo una voz como cualquier otro. Lo que ha pasado es que los tanos me han sacado la voz para afuera». Aludía a sus estudios en Italia.
A la salida, el empresario le propuso trabajar con él y Pardo aceptó. Firmó contrato a comienzos del año 1917.
«Le requerí sobre autores para hacer un repertorio. Me respondió que había pocos, Salinas, Villoldo. Yo le hablé de Chopin, Beethoven. «¡Ahhh! —replicó— usted se refiere a los clásicos. Señor Pardo, eso no interesa. Si usted insiste con lo que está haciendo se va a morir de hambre. Aquí no hay público para eso». Lo llamé a la reflexión, yo venía de estudiar en Italia, era considerado como el primer guitarrista de Latinoamérica. «Está equivocado —respondió— usted los va a cautivar, además ya contraté a esos muchachitos que cantaron antes que usted». Mientras decía esto puso veinte mil pesos a mi alcance. Esto es un adelanto por cinco años de exclusividad. En ese momento acabó
Mario Pardo
, el de los sueños del Teatro Colón».
Pardo compuso alrededor de 450 títulos, algunos son las «pavadas», como supo decir una vez, pero que le rendían unas liquidaciones monetarias muy importantes.
Asimismo, fue asesor musical de Glücksmann y actuó en todas las radios desde 1921, a excepción de Radio Belgrano. Fue asesor artístico de las emisoras Prieto y Argentina. Su amigo
Eduardo Arolas
le dedicó “
La guitarrita
”. Llevó al disco unos 150 temas de variados ritmos. Desde “
La cumparsita
”, en dos versiones, una con canto y la otra instrumental, hasta “Cantando bajo la lluvia”. También puso letras a temas instrumentales, por ejemplo “
Sans souci
”, cambiándole el título por “Cuando la suerte se inclina”.
En una ocasión Gardel le dijo que le gustaría tocar la guitarra como él, y Pardo le contestó: «Y a mí me gustaría cantar como vos lo hacés».
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