Por
Ricardo García Blaya

ació en la ciudad de Lomas de Zamora, en la Provincia de Buenos Aires. Horacio Ferrer, en su Libro del Tango nos cuenta que se inició como actor en 1923, en la compañía teatral de Antonio Daglio y que su primera composición fue la canción criolla “El boyero [b]”, con música del moreno guitarrista Gregorio Rivero.

Uno de sus primeros tangos fue “Chirusa”, con música de Juan D'Arienzo, que El Rey del Compás grabó en tres oportunidades, la primera en 1928 con la voz de Carlos Dante, en 1940 con Alberto Reynal, en 1958 con Jorge Valdez y que también registró Virginia Vera en 1931, con el acompañamiento de las guitarras de Humberto Canataro y Roberto Pedretti.

Un tiempo más tarde sobrevino su mayor éxito, “El huracán”, con música de los hermanos Edgardo y Osvaldo Donato, estrenado en el Teatro Colón en circunstancias del concurso organizado por la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires, en 1932, donde obtuvo el segundo premio detrás del tango “Ventarrón”.

Como muchos de sus colegas, su poética resulta difícil de relacionar —de modo concluyente— con alguna de las escuelas letrísticas del tango. Es más bien un relator de personajes porteños y de pequeñas historias o situaciones, a veces con un tono romántico, en otras, ecléctico, que no tuvo ningún éxito trascendente a partir de sus versos, si no más bien por la música que los contenía y por las grandes orquestas que incluyeron sus obras en sus repertorios.

Su página más popular, “El huracán”, lo fue más por la composición de los Donato que por la letra agregada posteriormente. Prueba de ello, son las pocas versiones cantadas que existen, a saber: la de Félix Gutiérrez, de diciembre de 1932, la de Carlos Almada, de abril de 1950 y la de Andrés Galarce, de noviembre de 1961, todas con la orquesta de Edgardo Donato.

Otro ejemplo, el vals “Ilusión de mi vida”, compuesto por Feliciano Brunelli, del que no conozco ninguna versión cantada entre las varias que existen y de las cuales se destacan la de la orquesta de Horacio Salgán, grabada en 1952, para RCA-Victor y la de nuestros días, del binomio Julio Pane-Juanjo Domínguez, para el sello EPSA.

También le pertenecen: “Adiós para siempre [b]”, que permanece en el recuerdo a través de la magnífica interpretación de Ángel Vargas con la orquesta de Ángel D'Agostino, registro de 1942; “Gardel en París”; “Salvame Legui”, que grabó Jorge Vidal en 1952, con acompañamiento de guitarras, el vals “Cabeza de novia”, que registró Juan D'Arienzo con Alberto Echagüe, en 1938, entre muchos otros títulos más.

En el cine participó en la película Calles de Buenos Aires, con guión y dirección de José Ferreyra, estrenada en marzo de 1934, colaborando en los temas musicales.

Su adiós para siempre fue prematuro y se produjo en una primavera porteña, con 56 años recién cumplidos.