Por
Ricardo García Blaya

ació en Zárate, Provincia de Buenos Aires, cuna de tantos grandes creadores de nuestro tango. Sus padres, Sara Insúa y Julián Arrambide, ambos de ascendencia vasca, fueron gente de trabajo que acompañaron y apoyaron a su hijo en su búsqueda artística.

Su potente y expresiva voz, un registro de barítono con matices atenorados y una impecable afinación, fueron los atributos que destacaron su canto.

Era todavía un niño cuando despertó su vocación por la música. Hasta muy avanzada su adolescencia se dedicó a interpretar canciones nativas. A los comienzos de la década del 40, y ya todo un muchacho de pantalones largos, se inclinó definitivamente por el tango.

Su debut como vocalista se produjo en la orquesta típica de Juan Carlos Aiello, compartiendo escenarios con los cantantes Tito Cárdenas y Guido Rota; al poco tiempo se integró al conjunto de Gabriel Fortunato, todos artistas de la región.

En 1944, no sabemos en que circunstancias, fue invitado por el bandoneonista y director Gabriel Clausi (El Chula), a Chile, para hacer unas actuaciones en Viña del Mar. Viajó junto al violinista Antonio Rodio y su colega Ricardo Ruiz, el ex cantor de Osvaldo Fresedo.

Al año siguiente, Horacio Salgán que estaba trabajando en Zárate, lo escuchó cantar y quedó tan impresionado por sus condiciones que lo incorporó a su orquesta como vocalista exclusivo.

En esos días, Astor Piazzolla ya separado de Aníbal Troilo fue convocado por Francisco Fiorentino para dirigir su conjunto acompañante. Después de un tiempo no muy prolongado, esta formación se disolvió y fue en ese momento que Astor decidió armar su propia orquesta y convocar a Insúa.

Grabaron cuatro temas, entre los que se destaca “Pigmalión”, difícil tango compuesto por Astor con letra de Homero Expósito, y que fuera estrenado por Insúa, con total beneplácito de su autor, quien más tarde afirmaría haber escrito los versos para que él los cantara.

Además, registraron “Ojos tristes” de Rafael Iriarte y letra de Alfredo Navarrine, y dos tangos más a dúo con Aldo Campoamor —el otro cantor de la agrupación—, “Adiós marinero” y “En la huella del adiós”, de Héctor Stamponi y Homero Expósito.

Trás su paso por la orquesta de Piazzolla, fue convocado por Carlos Marcucci y, después, por Juan Canaro, iniciando con este director su etapa más trascendente.

Con el creador de “La brisa” emprendió la mítica gira a Japón. Debutaron en Tokio el 13 de noviembre de 1954, convirtiéndose en el primer cantor de tangos que actuó en aquellas lejanas tierras.

La orquesta estaba integrada por la cantante María de la Fuente; Ramón Torreira, Alfredo Marcucci y Arturo Penón (bandoneones); Osvaldo Tarantino (piano); Hugo Baralis, Enri Balestro y Emilio González (violines); Rufino Arriola (contrabajo) y la pareja de bailarines Julia y Lalo Bello.

Se presentaron también en otras ciudades: Hiroshima, Osaka, Sasebo, Kyoto, Nagoya, Shughamo y Senday, cosechando grandes éxitos y convocando a un público entusiasta. Como testimonio, el binomio Canaro-Insúa dejó tres registros fonográficos: “Adiós pampa mía”, “Una lágrima tuya” y “Yira yira”.

Durante la década del 60, se proyectó como solista por Centroamérica actuando en diferentes países y en los más variados escenarios, para recalar finalmente en México, donde fijó su domicilio y residió mucho tiempo hasta entrados los años 70.

En 1971, regresó a la Argentina y se instaló en su ciudad natal. Allí, inauguró un local de tangos que contó con la animación de Julián Centeya y Héctor Gagliardi y el padrinazgo de su coterráneo, Homero Expósito.

En mi colección, tengo una interesante toma radial de Insúa con el acompañamiento de la orquesta de Joaquín Do Reyes, interpretando “El corazón me engañó” con letra y música de Miguel Bucino, pero ignoro en que circunstancias se realizó.

Inesperadamente, una noche al finalizar una de sus actuaciones, lo sorprendió la muerte en su propio establecimiento. Y así concluyó la carrera de un excelente intérprete —hoy poco recordado—, embajador de nuestro tango en Japón y en México.

Vaya esta breve semblanza, como el sincero homenaje de Todo Tango a este querido cantor de la música de Buenos Aires.