Aníbal Jaule

Nombre real: Jaule, Aníbal Norberto
Cantor
(22 agosto 1950 - )
Lugar de nacimiento:
Vicente López (Buenos Aires) Argentina
Por
Néstor Pinsón
| Abel Palermo

ólo tenía 19 años, pero llegó tarde, quedaba poco tango. Las orquestas, salvo excepciones, estaban desaparecidas o reducidas a un número mínimo de músicos. Los solistas, excepto Roberto Goyeneche —aún en un brillante momento— y algún otro, con un trío o dos guitarras, se arreglaban.

Los numerosos conjuntos de jazz, tropicales o característicos que acompañaban en las presentaciones a las típicas, eran un recuerdo. Unos pocos salones de segunda línea sobrevivían. Los carnavales estaban reducidos a un par de serpentinas y a un antifaz olvidado.

En la televisión, el género permanecía penosamente, en un ciclo sostenido por el dinero aportado por un par de adinerados comerciantes: Grandes Valores del Tango. Este, era el panorama que veíamos a fines de los años 60, los que conocimos otras épocas mejores para nuestra música porteña.

Y entonces, apareció Aníbal ganando un concurso en la localidad de José León Suárez, muy próximo de la ciudad de Buenos Aires, organizado por la Municipalidad de San Martín. Según nos confesó él personalmente, una mujer integrante del jurado le pidió un tango, lo cantó y ella consiguió que le dieran el premio.

También, nos contó que un día estaba cantando en un boliche del barrio donde había una pareja de jovencitos, luego de escucharlo, el muchacho le dice que su padre tiene una orquesta y necesita un cantor. Era Edmundo D’Angelo y su conjunto Buenos Aires Tango. Y en 1969, con esta formación, debutó profesionalmente en la ciudad de San Martín. D’Angelo era muy troileano y se manejaba con los arreglos de Julián Plaza.

Desde entonces, se presentó donde se daba la ocasión. El Centro Lucense de Olivos, algunas peñas y, por supuesto, en el Canal 9 y el mítico Grandes Valores del Tango, por el que pasaban diversos intérpretes que cantaban uno o dos temas, pero sumaban para hacer cartel. Era el año 1972 y, en ese programa, conoce al cantor Dante Rossi con quien aprendió mucho, según sus propias palabras; es el mismo que grabó un tema con Domingo Federico y fuera cantor de Graciano Gómez.

Luego, realizó su primera gira con destino a Colombia y, en la década del 80, viajó casi todos los años a Ecuador, donde tenía un gran éxito: «Me sentía Gardel», me dijo risueño.

Con su buena voz y pinta fue escalando posiciones, ocupó un lugarcito en Caño 14, Michelángelo, El viejo Almacén, La Casa de Carlos Gardel y en otros escenarios porteños y, el 2 de abril de 1981, se incorporó a la orquesta de José Basso en la que permaneció casi tres años, los otros vocalistas eran Héctor Darío y Carlos Rossi.

Lamentablemente, con esta orquesta no registró ningún tema. Es de señalar que, entre los años 1949 y 1970, Basso grabó 243 versiones, algunas de ellas en Japón, y retornó a los estudios de grabación en 1983, para un vinilo con 14 títulos, todos ellos instrumentales.

Su único disco, con sello propio, fueron 10 clásicos acompañado por la orquesta de Domingo Moles, en la que participaron como invitados, Leopoldo Federico, Mario Abramovich, Eduardo Walczak, Antonio Agri y José Colángelo.

Realizó algunas giras por países sudamericanos y entre 1986 y 1989, estuvo por Europa visitando Portugal, España e Italia. En 1995, participó en un festival organizado por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires. El sello EPSA reeditó en dos oportunidades su disco.

En 1997, con el pianista Mario Marmo y otros artistas, llevaron el tango por primera vez a los Emiratos Árabes, puntualmente a Dubai. Sitio al que retornaron meses después. Al regreso, el trío ofreció varias presentaciones.

Como solista debemos recordar una curiosidad, su actuación en el Teatro San Martín, el 1 de octubre de 2005, acompañado por la Orquesta Salam-Shalom, integrada por músicos descendientes de árabes y judíos. En el año 2008, participó en el Segundo Festival de Tangos de la Ciudad de San Isidro.

Nos cuenta Ricardo García Blaya que, en abril de 2012, tuvo oportunidad de conocerlo, y que mantuvo una breve charla, llevándose la impresión de haber estado frente a un porteño cabal y auténtico.

Esta es, a grandes rasgos, la historia de este amable cantor que, como él mismo reconoce, llegó tarde al tango y que hoy, alejado del espectáculo, tenemos la suerte de poder escuchar a través de su disco.