Adolfo Avilés

Nombre real: Avilés, Adolfo Rafael
Seudónimo/s: Populin
Pianista, compositor, letrista y director
(11 mayo 1897 - 9 diciembre 1971)
Lugar de nacimiento:
Buenos Aires Argentina
Por
Eduardo Visconti

l 26 de junio de 1919 en la revista Vida porteña un lector anónimo publicaba en su sección Siluetas y Flirts las siguientes líneas:

«Flirt. —Ella, una simpática gordita de 15 años que cursa la escuela normal. Él, un morocho de ojos celestes, usa lentes, tiene carácter alegre y una conversación amena. Está empleado en una casa de la calle Paseo Colón; como ella, toca el piano y compone piezas, vive cerca de la calle Rivadavia».

El morocho de lentes era Adolfo y la gordita su actual esposa y la casa donde trabaja la Asociación Cristiana de Jóvenes, allí desempeñaba el cargo de secretario. El lugar está ligado a su historia musical porque allí formó su primera orquesta.

A sus doce años, Adolfo había ingresado al Conservatorio Williams, donde realizó estudios de piano. Pero su inclinación era otra, componer música popular. Media hora antes de cada lección reunía a algunos compañeros de clase y les hacía escuchar sus últimas elucubraciones.

El fallecimiento de su padre y la necesidad de aportar dinero le hicieron abandonar sus estudios, pero no pudo despojarse de su inquietud de componer. Y así fue como a fines de 1916, compuso su primer tango: “El amasijo”, que pudo editar gracias a un amigo que luego se interesó en difundir las copias en cafés y cines. Se tocó por primera vez en el Café Domínguez de la calle Corrientes. No tuvo repercusión.

Merecieron cierta atención del público sus dos siguientes temas, el vals “Almafuerte [b]” y la zamba “Los rosales se han secado”. Mientras, seguía como secretario de la Asociación Cristiana de Jóvenes, donde además era profesor de gimnasia y natación. Entonces, se le ocurrió formar una orquesta integrada por socios, a fin de amenizar los festivales de básquet que se realizaban los sábados por la noche.

La orquesta llamó la atención de un gerente de Max Glücskmann y de Mauricio Goddard de discos Odeon. Ambos le propusieron grabar para discos Nacional. Debutó con un tema de jazz, el fox “Honolulu Blues”, con la novedad de un crooner cantando el estribillo (se desconoce quién lo hizo); más tarde la orquesta acompañó grabaciones de Gloria Guzmán y Carmen Lamas, conocidas vedettes de la época. Su primer éxito fue la zamba “Los ojazos de mi negra”, dedicado en la partitura «A Matonia», su novia.

León Fontova, que dirigía la orquesta clásica del cine París, en 1927, lo invitó a formar un conjunto típico para debutar en esa sala. Fue bien recibido por el público y su presencia se extendió por ocho meses.

Avilés continuó componiendo y en un artículo de la revista La canción moderna, de mayo de 1936, se publica que hasta esa fecha, lleva editados unos sesenta temas. Entre los tangos se citan: “Cicatrices”, “El poncho del olvido”, “Desolación” (letra de Eduardo Viera), “Tesorito” y “No hay derecho”. Sus zambas más conocidas además de la ya nombrada, son: “Mal de amores” (letra de Eduardo Viera) y “La carreta” (letra de Enrique Maroni). También compuso foxtrots, entre ellos, “Musmé” y “Chrysantheme”.

El primer tango de su autoría que llegó al disco fue “Caballito” con la orquesta de Roberto Firpo, en 1923 (la discografía de Nicolás Lefcovich cita el año 1921).

Se inició en Radio Sudamérica, sólo como pianista, en 1923. Luego, desde el Plaza Hotel con su jazz band, por Radio Cultura. Más tarde, pasó por Radio Nacional y Grand Splendid. En 1931, inauguró La hora del cine por Radio América.

Desde 1932, ejerció el periodismo en medios gráficos, siempre sobre temas de cine. También organizó numerosos festivales artísticos. Entre otras revistas colaboró en La novela semanal, Aquí está, Antena, Leoplán, Tanguera. Fue corresponsal en Holywood haciendo crítica cinematográfica. En 1945, transmitía diariamente sus charlas desde el microcine de Radio Excelsior, reporteando a figuras de nuestro cine y con la presencia de público.

Antes de formar su orquesta integró el Trío América, junto a Antonio Arcieri (violín) y Antonio Sureda (bandoneón). Tuvo una casa de música en la calle La Rioja, donde hacía escuchar a sus potenciales clientes las partituras que le alcanzaba su amigo editor Máximo Perrotti.

Que tenía un genio inquieto no hay dudas, porque también le dio por el comercio. En su domicilio de la calle Bulnes 1347 vendía azúcar blanca envasada automáticamente.

Comentario de la mesa de redacción: Como prueba de su personalidad y su polifacética actividad, nuestro amigo y colaborador Néstor Pinsón cuenta que una tarde, un muchacho, concurrió al Cine Cosmos de la calle Corrientes y la entrada le fue vendida por el propio Avilés con quien cambió unas pocas palabras.

Fuente: Cuadernos de difusión del tango, nº 26, dirigido por Salvador Arancio; tomado de un artículo publicado en la revista La canción moderna del 16 de mayo de 1936.