Por
Néstor Pinsón
| Abel Palermo

lgunos datos pudimos extraer del reportaje que Héctor Bates le hiciera, y que fuera publicado en la revista Antena, el sábado 23 de febrero de 1935. Allí declaró haber nacido en el barrio de Flores y cursado sólo hasta quinto grado, esto motivado por el continuo traslado de sus padres artistas, que iban de un lado a otro —fuera de Buenos Aires— y no querían dejarla sola.

A sus seis años debutó con ellos, pero luego se llamó a silencio hasta los dieciséis, cuando intervino en una compañía española en la obra El presupuesto, de Ivo Pelay y Florentino Iriarte. Al año siguiente, estuvo con Florencio Parravicini, allí cantaba muchas canciones pero ningún tango.

Fue de las primeras famosas de su época. Intervenía en esas breves obras romántico-humorísticas con alguna cucharada de drama. Y pronto se produce el arribo del sainete que marcó toda una época de personajes y tangos al por mayor.

Era el tiempo de Manolita Poli, María Esther Podestá, Orfilia Rico, Enrique De Rosas o de la compañía Arata-Simari-Franco con quienes intervino en El cabaret de Montmartre, en el Teatro Nacional, obra de Alberto Novión, en la que estrenó “Flor de fango”, hoy un clásico.

Las obras permanecían en cartel, salvo un exitazo, no más de una o dos semanas. Y los estrenos de canciones eran muchos, no solamente tangos, también otros ritmos como rancheras y valses. Hasta que llegó “Muñequita”, que cuando Francisco Lomuto ya tuvo su orquesta, registró en forma instrumental, en 1927. Luego en 1931, lo repitió cantado a dúo por Alberto Acuña y Fernando Díaz y, por tercera vez, en la única intervención de Miguel Montero, en 1949.

En esa época no había cancionistas, entonces era habitual que ese rol lo cumplieran actrices, caso de la Poli y la Podestá. Ella nunca pretendió cantar, pero lo hizo y no estuvo mal.

En 1926, formó su propia compañía por algunas temporadas y más adelante, ya consolidado el radioteatro se abocó al mismo, en obras simples que representaban situaciones ciudadanas o de ambiente rural.

En 1934, formó parte del elenco de Estampas Porteñas, de Arsenio Mármol y, al año siguiente —en la compañía de Ismael Aguilar y Martinelli Massa—, hizo Guitarras y Bandoneones con su hermana Raquel, Juan Velich y el bandoneonista Enrique Rodríguez. Al músico lo llamaron para acompañarla en las canciones y terminaron formando matrimonio.

Como cancionista tuvo un repertorio de tangos serios y otro de canciones humorísticas, vaya por caso “Lo que le pasó a Benita”, grabada en el sello Odeon. Que cuenta sobre una gallega recién arribada a nuestras tierras, a la que un vivillo porteño utiliza para sacarle sus ahorros hasta que ella lo descubre.

Hay un dato controversial pero que tiene su explicación. Es sobre la grabación del tango “La cumparsita”, por Juan D'Arienzo para el sello Electra, en 1928. Los que buscamos hasta el mínimo detalle nos enteramos que en algunos medios citan como cancionista a Raquel Notar —su hermana— y en otros a María Luisa, pero difieren las fechas y las condiciones. En 1928, Juan D'Arienzo se comprometió en acompañar los cantables de dos artistas del sello: Carlos Dante y Raquel Notar. Con el primero grabó 15 títulos y sólo 3 con Raquel, que fueron la ranchera “Maíz frito” (de Martín Cabral y Armando Villador), el vals “Amor pagano” (de Fred Brown y letra versión en castellano de Luis Rubistein) y “La cumparsita”.

El error se debe a un acontecimiento trágico ocurrido bastante tiempo después de las mencionadas grabaciones con D’Arienzo, más precisamente, en 1943. Durante el desarrollo de una obra en el Teatro Maipú, se produjo un incendio, allí trabajaba María Luisa y también su amigo de la infancia del barrio de Flores, Ambrosio Radrizzani, bailarían y compositor, familiar de Juan Maglio y que alguna vez, como otros, reclamó la autoría del tango “El llorón”. En el siniestro fallece Ambrosio. Y María Luisa, conmovida en extremo, pocos días más tarde en Radio Belgrano, recitó emocionada los versos de “La cumparsita” acompañada —en tono bajo como un réquiem—, por Juan D'Arienzo.

Cultivó la vis cómica tanto en el teatro como en el disco. Al mencionado tema sobre la gallega se agrega: “¿Chismosa yo?, qué esperanza” (de 1930), “La vida bohemia”, “Contame un cuento”, “Inquietud” y “Nina” (los dos últimos de su autoría).

En 1933, por Radio Prieto, junto a su hermana Raquel y Herminia Velich, representaron el radioteatro Luces de Bengala. En 1934, se casó con Enrique Rodríguez. Ya en la década del cuarenta formó rubro radioteatral con Raquel y Roberto Escalada, también criado en el barrio de Flores.

Asimismo, tuvo intervenciones en el cine en papeles secundarios: La casa de los millones (de Luis Bayón Herrera), con Luis Sandrini y Olinda Bozán (23 de noviembre de 1942); Secuestro sensacional (de Luis Bayón Herrera), con Sandrini y Elsa O'Connor (14 de julio de 1942); La pequeña Señora de Pérez (1944) y La Señora de Pérez se divorcia (1945), las dos de Carlos Christensen, y ambas con Mirtha Legrand y Juan Carlos Thorry; Bárbara atómica (1952), con Blanquita Amaro y Thorry, dirigida por Julio Saraceni.

Como dato ilustrativo y por su calidad, nombraremos a los tres integrantes del cuarteto de Enrique Rodríguez que acompañaron a la cancionista en sus primeros tiempos: nuestro amigo Gabriel Clausi (bandoneón), Antonio Rodio (violín) y Lalo Scalise (piano).

Sin ser una consumada intérprete vocal, cantó el tango correctamente y fue una figura de su tiempo, popular y muy querida.