Por
Ricardo García Blaya

ue, sin duda, un interesante creador, que no tuvo el reconocimiento merecido —tanto por su labor de letrista como de compositor—, quizás, porque se dedicó más al acompañamiento de cantores y cancionistas; pero lo que escribió fue muy popular en su época y parte de su obra perduró en el tiempo, formando parte de los repertorios de nuestros actuales intérpretes.

Su tango “Carmín” está entre mis preferidos por su bella melodía —que pertenece a Víctor Buchino—, pero mucho más, por la atrayente propuesta de la letra, un ejemplo de la calidad poética de Robles que, si bien transita por un tema tratado en muchos tangos, contiene metáforas muy logradas como la de su comienzo: «De purreta soñabas con un cielo bordado en diez baldosas de rayuela». O esa imagen desgarradora de su estribillo: «Por eso te aturdís con música y champán, buscando destrozar tu vida loca». ¡Una maravilla, realmente, en la versión de Alberto Marino con su orquesta!, dirigida por Osvaldo Manzi, en un registro para el sello Odeon, del 21 de abril de 1953.

Durante su larga trayectoria, colaboró con casi todos los vocalistas del elenco estable de LR1 Radio El Mundo, quienes durante varios años, lo tuvieron como acompañante junto con otros importantes guitarristas de la emisora. Asimismo, fue la guitarra que se escuchaba por las tardes, en los radioteatros.

Desde 1937 a 1939, estuvo junto a Charlo en una larga gira que emprendió el cantor por toda América, España y Portugal. En los conjuntos que integró estaba otro destacado guitarrista, Vicente Spina, el autor de “Me quedé mirándola” y del bello vals “Tu olvido”, con quien también formó dúo durante varios años.

Fue amigo de Aníbal Troilo y, en una oportunidad, le recomendó a Orlando Verri, vocalista en el trío de otro amigo suyo y colega, Alberto Mastra. No pudo ser, Pichuco terminó contratando a Floreal Ruiz por indicación de Alberto Marino, su cantor estrella.

En 1964, luego de desvincularse del elenco estable de Radio El Mundo, integró Los 4 del Tango, con Julio Ahumada (bandoneón y dirección), Eugenio Pro (contrabajo) y Juan Mehaudy (guitarra eléctrica). Ese mismo año, con esta formación, grabó para el sello Espacial un disco con ocho temas instrumentales: “Al pie de tu reja”, “El bulín de la calle Ayacucho”, “Elegante papirusa”, su milonga “Frenética”, “La cumparsita”, “Los mareados”, “Ojos negros” y “Recuerdo”.

Sus tangos, reiteramos, tuvieron amplia acogida en el público y en los repertorios de las orquestas; en tal sentido podemos nombrar:

Así es Ninón”, llevado al disco en 1946 por Aníbal Troilo con la voz de Alberto Marino y por Alfredo De Angelis con Carlos Dante, también, en 1976 por Roberto Goyeneche con la Orquesta Típica Porteña dirigida por Raúl Garello, en 1977 por Nelly Omar y en 2006 por Ariel Ardit.

Carmín”, grabado por Edmundo Rivero y por Alberto Marino con su orquesta, en 1953, y por Troilo con Jorge Casal, en 1954.

Qué risa” (letra y música), gran éxito de Troilo con Ángel Cárdenas, en 1956, también con registros por aquellos años, de Rivero, Dante, Marino y Luis Cardei, en 1995.

“Ronda azul” (letra y música), grabado por Francini-Pontier con Luis Correa, en 1955.

“Hacete amigo de la vida”, con letra de Argentino Ledesma y grabado por éste, en 1980, con el acompañamiento de la orquesta de Ernesto Rossi (Tití); también, “Terrenal” y “Laburante”, ambos sin registros.

El vals “Cantinera” (letra y música), éxito de Argentino Ledesma, en 1957 y la canción que popularizara Gregorio Barrios, “Mi toledana” (letra y música).

Por supuesto, no debemos olvidarnos de sus espléndidas milongas, comenzando por “Frenética”, grabada por Los Cuatro del Tango, en 1964; “Cimarrón de ausencia”, con el inolvidable registro de Troilo con las voces a dúo de Floreal Ruiz y Marino y el de Miguel Caló con Roberto Arrieta, ambos en 1945, entre otras varias versiones y “Certificao”, grabado por Francini-Pontier con Julio Sosa y por Alberto Marino con guitarras, ambos en 1952.

En resumen, Marsilio Robles fue un destacado compositor, valgan como ejemplos sus tangos, “Qué risa” y “Ronda azul” (en los que también le pertenecen las letras), pero además y, sobretodo, un fino e inspirado poeta, capaz de escribir versos de la calidad de “Carmín”, una página estupenda que me sigue gustando como el primer día o de “Cimarrón de ausencia”, cuando dice: «Sos vertiente de agua mansa que va regando el potrero, tu calor es sol de enero y tu verde es esperanza».