Inés Arce

Nombre real: Álvarez, Inés
Seudónimo/s: La Calandria
Cancionista
(6 febrero 1927 - )
Lugar de nacimiento:
Argentina
Por
Ricardo García Blaya

a conocí en el prestreno de la película que trata sobre el mítico Bar El Chino, del barrio de Pompeya. El film se titula El Último Aplauso y su director es Germán Kral, un muchacho joven, argentino, que viajó a Alemania, en 1991, a estudiar cine en la Escuela de Cine y Televisión de Munich y se quedó a vivir allí. Los organizadores de la presentación invitaron a la Academia Nacional del Tango y el que suscribe fue uno de los dos o tres académicos que fuimos en representación de la entidad.

El film cuenta la historia de un grupo de artistas que conformaban el elenco del bar El Chino y que dan testimonio de aquellos años añorados. Entre ellos está Inés, una cancionista que me impactó desde la primera estrofa que desgranó. Su voz finita pero bien sostenida, conservada, pese a al paso de los años, con un fraseo delicado y suave, me recordó a las primeras cancionistas del tango. En la época que comenzó el rodaje de la película, la cancionista tenía 74 años. El resto del elenco estaba integrado por Cristina de los Ángeles, Julio César Fernán, Horacio Acosta, Abel Frías y, como invitada especial, la Orquesta Típica Imperial.

Esta hija de gallegos de Pontevedra, la octava de nueve hermanos, comenzó a cantar desde muy chiquita y, a los ocho años, actuó en Radio Porteña con La Pandilla Marylin, también, en Radio Mitre en la Orquesta Niños de Buenos Aires, una formación integrada por chicos músicos, de 9 a 12 años y en el programa de Julio Jorge Nelson, La Pandilla Corazón, por Radio Callao. Además, la mamá la anotó en un coro de niños del Teatro Colón donde probaban a los aspirantes, haciéndoles cantar el Himno Nacional; las exigencias la obligaron a desistir, tenía que seguir yendo a la escuela.

Con Néstor Pinsón estuvimos en su casa de la calle Cachi y, allí nos contó que de adolescente practicaba baile toda la semana con su hermano Paco, para lucirse los sábados y domingos en la milonga. Su orquesta preferida era la de Juan D’Arienzo. Que se casó muy jovencita, a los veintidós años, que tuvo que abandonar el canto por los celos de su marido Pepe y que por muchos años, fue empleada como oficial remallera, en la fábrica de medias Carlitos.

No obstante lo dicho en el párrafo anterior, pasaron los años y Pepe (que falleció en 2005), cambió su actitud y La Calandria retornó a la canción a los 48 años, precisamente, en el local del Chino —que quedaba a la vuelta de su casa—; allí permaneció durante más de 25 años. En realidad, en este regreso al canto tuvo mucho que ver el propio dueño del bar, quien un día la descubrió en una fiesta organizada por los scouts, en la parroquia de la Divina Providencia, e inmediatamente la invitó a trabajar con él.

Con Jorge García (El Chino), se hicieron amigos entrañables. En un tiempo, salían a dúo a dar serenatas, ofrendas nocturnas a pedido de los novios próximos a casarse. En esas rondas cantaban boleros y tangos a las prometidas.

Inés me habló de su amigo con mucha ternura: «era tan bueno y tan amigo de los amigos que era incapaz de reclamar una deuda, más de uno se aprovechó de ello».

Me contó que también iban los dos al Instituto María Ferrer, de la calle Montes de Oca, para visitar los chicos internados con problemas respiratorios. Les llevaban regalos, les cantaban y, en alguna oportunidad, fueron acompañados de otros artistas. Recuerda que una vez fueron con Ernesto Baffa.

El boliche que lleva el apodo de su propietario, tiene una arquitectura y un clima que, según Inés: «Es un lugar sin disfraces que conserva nuestra identidad gracias a El Chino, que era un auténtico bohemio y que, del tango y las cosas nuestras hacía un culto».

La película muestra a la cantante tal cual es, delicada, sencilla, con la sabiduría que dan los años; haciendo gala de su experiencia profesional cuando, hablando de tango afirma que en la juventud manda la voz, pero a la edad madura, el sentimiento. «Hay que poner el corazón y el sentimiento en cada interpretación, en cada letra, en cada tango». Le da mucha pena que los muy jóvenes no valoren el tango, que no tengan identidad y hace una comparación con la música negra —el blues y el jazz—, «los dos géneros protestan y reniegan».

Como casi todos los vecinos de la zona es hincha de Huracán, pero nos confesó que también simpatiza por River y que estaba preocupada por lo mal que veía al equipo.

Asimismo, con algo de nostalgia, rememoró Pompeya: «En las fiestas, especialmente a fin de año, era muy común que la gente se reuniera y bailara en la calle. Extraño las tardes que tomaba mate, sentada en una silla en la vereda, escuchando radio y, sobre todo, la tranquilidad del barrio. Eran otros tiempos, ahora todo es vorágine».

En nuestra entrevista, también nos habló de Luis Cardei y su bandoneonista Antonio Pisano, y las noches del Restaurante Arturito de la avenida Pavón y Esteban De Luca, donde actuaron los tres en la década del 80; asimismo de Ángel Díaz (El Paya), Argentino Ledesma y Carlos Cristal con los cuales compartió escenario y una gran amistad; también una anécdota ocurrida en el bar Clásica y Moderna con el actor español José Sacristán, en un ciclo que este hizo durante en homenaje al actor Fernando Fernán Gómez, en el que ella debía cantar tres temas durante el espectáculo pero, por la insistencia del público, siempre hacía el doble.

En 1999, grabó un disco particular, acompañada de bandoneón y guitarra, con un muy buen repertorio donde se destacan: “Nobleza de arrabal”, “Ventarrón”, “Será una noche” y “Milonga sentimental”.

Estamos felices de haber podido reunirnos con Inés quien, con la modestia y honestidad de los verdaderos artistas, compartió con nosotros, interesantes recortes de su vida y su trayectoria. ¡Bienvenida Calandria a Todo Tango!