Por
Horacio Loriente

na vida dedicada a la música del tango. Casi siempre al margen de los primeros planos. Era de una familia donde, la adolescencia a través de distintos instrumentos, dignificó el género. Minotto, que comenzó con el acordeón semitonado para ser más tarde un eximio bandoneonista. Fioravanti que eligió el piano y Ernesto dedicado al bandoneón.

Ernesto Di Cicco, referencia directa de estos recuerdos, hijo de José Di Cicco y Clorinda Giovinelli, nació en Montevideo (República Oriental del Uruguay).

Alrededor de 1917, se une a Enrique Delfino (piano) y Federico Lafemina en violín con su bandoneón, trío que congregaba multitudinaria presencia de parroquianos gustadores del tango en el Café Sport, que funcionaba en la proa formada por Bacacay, Buenos Aires y Mitre, frente al Teatro Solís.

Años más tarde, integra la Típica Minotto —entre 1921 y 1922—. Allí actuaron juntos los tres hermanos. Minotto y él como bandoneonistas y Fioravanti en el piano, éste reemplazado luego por Francisco De Caro.

Es de rigor destacar la primera formación de este conjunto. Además de los tres hermanos citados, revistaban Eustaquio Laurenz (bandoneón), Julio De Caro, Juan Tróccoli y Horacio Zito (violines). Se vivía el auge y la moda de la maxixa que la orquesta interpretaba muy bien, provocando el interés de la casa Victor, que los hizo grabar discos en Montevideo —en una casa de altos de la Avenida 18 de Julio, detalle siempre recordado por Julio De Caro— aprovechando la presencia de un equipo volante de la citada empresa.

Alejados Francisco y Julio De Caro —convocados por Juan Carlos Cobián desde Buenos Aires— y Minotto Di Cicco también para incorporarse a las filas de la orquesta de Francisco Canaro, Ernesto Cicco manteniendo en el cartel Típica Minotto forma un quinteto con Pascual Cardarópoli (piano), Juan José Castellanos, Juan Tróccoli (violines) y Antonio Miranda (batería). Alternan en este conjunto Marcos Olmedo, Ernesto Maurnini y Miguel A. Ossi.

Siguiendo los pasos de sus hermanos, Ernesto continúa su carrera artística en Buenos Aires, contratado por Francisco Canaro. Hubo transitorias pausas de alejamiento de la famosa orquesta. En los bailes de carnaval del Armenonville de 1928, está en el numeroso elenco formado por Minotto, un año más tarde lo encontramos en las grabaciones del llamado Trío de Bandoneones Pacho, junto a Gabriel Clausi y Federico Scorticati. También fue figura de la excelente formación de Minotto que grabó para Columbia en 1931/32.

Pero, en líneas generales Ernesto siempre actuó con Canaro. Señalamos al respecto una extraordinaria nómina de músicos actuantes en el Concurso del Disco Nacional en 1928, realizado en la sala del Palace Theatre de Buenos Aires. Luis Riccardi (piano), Ángel Ramos, Ernesto Di Cicco, Héctor Moggio y Ernesto Bianchi (bandoneones), Cayetano Puglisi, Mario Brugni, Domingo Petillo y Eduardo Ponzio (violines), Olindo Sinibaldi (contrabajo) y el cantor Charlo.

Su primer tango publicado fue “Mi jaula de oro”, en colaboración con Héctor Ruiz Díaz, totalizando una treintena de títulos. El más famoso sin duda alguna fue “En el viejo café”, con versos de José María Contursi, en 1942, destacándose otras de menor difusión, entre ellas, “Eterno amor” que comparte con Mario Brugni, en nuestro concepto la mejor de todas.

Su hombría de bien, esa rectitud de procederes que signaron su vida, lo convirtieron en secretario y hombre de confianza de Canaro.

Ernesto Di Cicco dejó de existir en su ciudad natal. Perdura su obra, en parte registrada en la Sociedad de Autores de Francia y es bueno que la historia del tango lo albergue junto a todos sus más distinguidos integrantes.