ació en la ciudad de Buenos Aires, en el barrio de San Cristóbal. Leopoldo Simari, actor de teatro y también humorista durante muchos años en los medios radiales —conocido como el hombre de las mil voces—, forma compañía propia en 1924 y, para el debut, elige el Teatro Apolo de la calle Corrientes esquina Uruguay y el sainete Un programa de cabaret, de Pascual Contursi y Enrique Maroni.

La atracción de la obra era la versión con letra de “La cumparsita (Si supieras)”, ya que unos versos de Contursi, que titulara “Si supieras”, encajaban muy bien en la melodía. El encargado del estreno fue un cantor uruguayo, de frecuente actuación en compañías teatrales, llamado Juan Ferrari.

En un principio el público concurrió, pero no hubo un buen resultado y la propuesta comenzó a languidecer. Contursi trató de levantar el interés y le pidió a Maroni, con urgencia, si daba con una solución. La respuesta fue positiva, escribió la letra de “La mina del Ford”. Con ella en su poder don Pascual se dirigió al teatro, pero no estaba la orquesta de Antonio Scatasso que era la que los acompañaba en la obra, sólo encontró al pianista, que no era otro que, justamente, Fidel Del Negro. Lo encaró decididamente para que compusiera la música y así ocurrió. Ya le encontrarían la vuelta para insertarla en la obrita.

Una actriz del elenco de Simari, pero que no actuaba en esta oportunidad, llamada Luisa Morotti y que, como muchas en esa época, también cantaba, fue la encargada del estreno. El naufragio pudo sostenerse unos días más, pero finalmente ocurrió. La mina pretenciosa del Ford permaneció en el repertorio de varios vocalistas y se trasformó en uno de los más recordados tangos humorísticos, con mucha veracidad en cuanto a los devaneos de ciertas jóvenes en busca de ascenso rápido en la escala social.

En 1918, tuvo su presentación como pianista en la formación del bandoneonista Enrique Pollet, en La Fratinola, local ubicado en la unión de las actuales avenidas Patricios y Martín García. Durante el día era un almacén de comestibles como cualquier otro, de noche se transformaba en un discreto café concert.

El nombre del lugar hace mención al tipo de piano eléctrico denominado pianola, que reproducía música grabada en un rollo de papel punteado con las notas de diversas melodías.

Ese mismo año, integra un terceto a cargo de Roque Biafore que se presenta en el Café Nacional. Más adelante estuvo junto a Carlos Marcucci, también con Ricardo Brignolo y, varios años, con el ya citado Antonio Scatasso.

Con Bernardo Germino se presentó en el Café El Parque, de Lavalle y Talcahuano, antes se había llamado Café Internacional y, en ese momento, arriba del mismo funcionaba la Rotisería Argentina (llamada por los clientes El Entrepiso) donde funcionaba la casa de citas de Madame Fontane. En el T.V.O, de Montes de Oca 1786, casi esquina Iriarte, tocó con El Alemán Arturo Bernstein.

A los veinte años, compuso su primer tango conocido: “Un pálpito”; con Germino compuso “Alma cansada”. Otros títulos son: “Resignación”, “Pobre loco”, “En la pendiente”, “Chabonazo”, “Oí, manguero”, “En un rincón de la Boca”.

Del Negro no se destacó como pianista pero trabajo nunca le faltó, fue un correcto muchacho de la orquesta. Tampoco como compositor, pero estaba en el lugar correspondiente cuando llegó a sus manos la letra de “La mina del Ford”. Si bien la melodía acompaña la letra sin ninguna fioritura, su nombre estará siempre presente, cada vez que se nombre a “La mina del Ford”.