stela vino al mundo —cuando el mundo aún andaba por el «siglo veinte cambalache, problemático y febril»— en la Maternidad de San Isidro y reside, desde siempre, en Vicente López.

Su amor por el tango no es una cuestión de moda —como les ocurre a muchos— y puede decirse que ese amor no fue adquirido, ya que nació con ella. «El tango —nos cuenta a propósito— me atraía como un canto de sirena. Cuando aún no llegaba al picaporte de la puerta, intentaba abrirla para contemplar a mis padres y a sus amigos bailarlo».

Pasaron los años y aquella pequeñita que no llegaba al picaporte se convirtió en La Voz Dulce del Tango, como se la conoce. Y anduvo por mil y un escenarios difundiendo la canción de Buenos Aires, sin excluir el repertorio campero, como supieron hacerlo en otros días, aquellos próceres de lo nuestro que se llamaron (y se llaman) Carlos Gardel, Ignacio Corsini o Rosita Quiroga, por ejemplo.

En esos escenarios (Museo Casa Carlos Gardel, Academia Porteña del Lunfardo, Centro Cultural Recoleta, La Casa del Tango, Bien Bohemio, Teatro de la Ranchería, Biblioteca Café, Esquina Homero Manzi, Manzana de las Luces, Glorias Argentinas, El Aleph, Teatro Armenio y un largo etcétera) fue acompañada por artistas de la talla de Pascual Mamone —Cholo—, Jorge Dragone, Julio Pane o de excelentes músicos de las últimas generaciones, como Claudio Parenti —su guitarrista habitual—, Sebastián Colavecchia, Leandro de Rosa, Mario Gauna, Gustavo Borch, El Mono Pereyra (el guitarrista de la misa criolla), Franco Mateo Bonnet en percusión. Asimismo compartió actuaciones con figuras consagradas, que ostentan nombres con historia: Juan Carlos Godoy y Osvaldo Ribó.

Además, supo dictar clases de canto en la Academia Porteña del Lunfardo.

No tardaron en llegar los elogios; Estela Crisis (de Las Voces Blancas), a la que acudió, años ha para tomar clases, le señaló que podía enseñarle técnica, pero, por suerte, contaba con algo que se tiene o no: la interpretación. Tampoco tardaron los premios: A la interpretación (Zona Norte, 2002), primer premio Buscando la Voz del Tango (Zárate, 2010), primer premio composición musical tema inédito (“Milonga del perdón”, letra de Alda Salzarulo, 2011).

En su faz de compositora, produjo obras con José Tchercaski (“Tangura”, tango), Roberto Selles (“La primera mina”, “El barrio todavía”, tangos; “Isabelino Barrientos”, milonga; “Paisajito”, vals), Alda Salzarulo (“La marca en el orillo”, tango; “¡La pucha con los recuerdos!”, milonga; “¡Dale, Manuela!”, candombe; “La siembra”, tonada; “La sed”, chacarera), “A Homero Manzi” (vals), “Vara de Mimbre” (Milonga Campera), Juan José Vázquez (“Ana de los mil días”, canción); Salvador Amalfa (“Cielo de ayer”, zamba), Aldo Escobar (“Lo que pasó”, tango), Haidé Daiban (“Caen las hojas”, tango), María Rosa Martínez (“Cara de trampa”, “Como no pude con vos”, tangos; “Raúl Garello y su bandoneón”, milonga) y con letras propias, los tangos “Te descubrí” y “Te estaba esperando”, además de las canciones infantiles —otra de sus facetas artísticas— “El incondicional”, “Mi árbol” y “Candombe para Nahuel”.

Estela Bonnet es —a diferencia de la mayoría de los intérpretes vocales de la actualidad—, sin dejar de abordar páginas gloriosas del pasado tanguero, una tesonera cultora del nuevo tango.

Así, con una trayectoria de calidad y esfuerzo, esta cantante auténticamente actual y auténticamente tanguera llega a esta conclusión: «Creo que lo importante de todo esto es que amo a la música con identidad nacional, y trato de que al público le lleguen esas maravillosas historias escritas por los poetas a través de mi interpretación».