Enrique Lannoo

Nombre real: Lannoo, Enrique
Violonchelista, director, compositor y arreglador
(13 abril 1940 - )
Lugar de nacimiento:
Buenos Aires Argentina
Por
Daniel Pedercini

ieza fundamental de la segunda mitad de la década del 50, Enrique se incorpora a la historia del tango al mismo tiempo que el violonchelo comienza a adquirir una singular importancia dentro del género.

Nació en el barrio de Parque de los Patricios, de la ciudad de Buenos Aries, siendo el único hijo de don Enrique Marcelino Lannoo y doña Eugenia Pilar Pereiro. A los 5 años comenzó los estudios de música y piano con su progenitora que era profesora, pero su pasión por el chelo, sin saberlo, ya estaba en sus genes

Me cuenta Enrique: «Yo quería dejar el piano y pensé en el violín». A tal punto que, en 1949, mientras cursaba sus estudios primarios en el Instituto Bernasconi, se inscribió en la escuela de música del mismo establecimiento, en la cátedra de violín, pero fue rechazado porque el curso estaba completo. Pero el mismo empleado que le daba la mala noticia le sugirió anotarse en el curso de violonchelo. Y así fue. Allí fue cuando conoció a la persona que le cambiaría la vida, Ernesto Cobelli, profesor del conservatorio Santa Cecilia de Italia.

En 1954 y con solo 14 años, ingresó por concurso a la sinfónica de Radio del Estado (hoy Radio Nacional), siendo hasta el día de hoy, el más joven de los músicos que se integró, como personal estable, a un organismo sinfónico estatal.

«Fue una satisfacción muy grande», cuenta Quique, «Pero no me podían pagar con dinero efectivo porque era menor. Entonces, el Director de Radiodifusión decidió que me abrieran una cuenta en la Caja Nacional de Ahorro Postal, para que me pagaran con estampillas, las que fui pegando en la famosa libreta».

En ese año 1954, el Sindicato Argentino de Músicos y la Asociación del Profesorado Orquestal, le otorgaron el carnet de músico profesional.

Durante los siguientes cuatro años, estudió con los maestros Luis Gianneo (dirección orquestal), Valenti Costa (dirección coral), Washington y José María Castro (interpretación) y Eduardo Rovira junto a Teodoro Fuchs (armonía serial dodecafónica).

Conjuntamente con ello y, desde 1956, se desempeñó en diversas orquestas, especialmente en formaciones de tango, entre ellas las de Luciano Leocata, Ernesto Rossi, Atilio Stampone, Osvaldo Manzi y Aníbal Troilo, también en la de Kent Hamilton y el Octeto La Plata.

«Con el Gordo Troilo estuve seis meses, en 1957, para reemplazar a Adrián Fanelli. Tuve la suerte de grabar con Pichuco, entre otras obras, dos clásicos: “Danzarín” y “Quejas de bandoneón”».

También fue convocado por Astor Piazzolla para integrar su conjunto de cuerdas. Allí, se produjo una situación muy particular que el propio Enrique me cuenta:

«Yo debuté con Piazzolla y, al rato, me echó. Estábamos ensayando el tango “Si se salva el pibe”, que lo cantaba Jorge Sobral. Cuando viene el solo de chelo, por los nervios me apresuro y Astor me dice: «¿A dónde va tan apurado, viejo?» Y yo le contesto en broma: «A ver si se salva el pibe». Me echó y me dijo: «Retírese mocoso de m…». Con el tiempo nos hicimos grandes amigos. Frecuentaba mucho su casa. Además de grabar con él, hicimos un dúo de chelo junto a mi gran amigo José Bragato».

Fue cofundador de diversas agrupaciones, entre ellas, la orquesta de Osvaldo Piro en la mitad de los años 60.Durante esa década, Enrique trabajaba en varias formaciones al mismo tiempo. Cierto día, y estando en el conjunto de Stampone, el propio maestro le dice: «Mire Enrique, tengo entendido que el maestro Pugliese lo anda buscando. Lo que sí tenga en cuenta que Osvaldo no lo dejará actuar en otra orquesta que no sea la de él».

Cuenta Quique: «Fui a hablar con Pugliese y me enamoró, dejé todo y me fui con él. Debuté en 1962, en una boite llamada La Cigale, de la avenida Corrientes».

Estuvo con Pugliese hasta 1968, hasta que sobrevino el desprendimiento de algunos de sus músicos, para formar el Sexteto Tango. A partir de ese momento, el director permitió que sus instrumentistas armaran sus grupos. Es así que Enrique crea, instrumenta y dirige el Cuarteto Musical Buenos Aires.

Asimismo, integró la Banda Sinfónica del Ejército Argentino, instrumentando y grabando, por decreto presidencial, nuestro Himno Nacional, cuyos arreglos se ejecutan hasta el día de hoy.

En 1970, formó parte de una agrupación exquisita, el sexteto de Enrique Francini. Esta formación duró poco, ya que comenzó a rearmarse la típica Francini-Pontier, para realizar una gira por el Japón, en 1973, donde hizo 86 recitales, en los cuales participó Lannoo.

Ese mismo año fue designado director artístico de Canal 7 de televisión, donde creó y dirigió la orquesta estable del mismo. Luego, viajó por todo el mundo, integrando diferentes orquestas.

En el transcurso de su brillante carrera, ha obtenido muchísimos premios y reconocimientos: Micrófono de Oro de Radio del Estado; Premio del Museo Municipal del Cine (por su aporte musical); Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y, en 1995, fue distinguido por la Academia Nacional del Tango como Cuadro Académico de la Generación Intermedia.

Hizo una gira por Japón con su conjunto, en el año 2000, actuando en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Fue la primera vez que una orquesta argentina tocó en las escuelas primarias de ese país. Además, las autoridades de Hiroshima lo convocaron para que tocara un tango a modo de homenaje, frente al mausoleo a los desaparecidos y muertos por la bomba atómica.

Como compositor ha realizado más de cien obras, entre ellas se destacan: “A Horacio Paz”, “Elegía para el amigo negro” (tema dedicado a Martin Luther King) y “A mis dos maestros” (dedicado a Pugliese y a Eduardo Rovira).

En septiembre de 2003, se radicó en Mar del Plata, donde formó nuevamente su Cuarteto Musical Buenos Aires, junto a Ernesto Scorziello (bandoneón), José Pilato (violín), Eduardo Luc (contrabajo) y él (chelo, arreglos y dirección).

En 2011, formó Mar del Plata Tango Group, realizando distintas presentaciones en la Villa Victoria Ocampo, en el Consejo Deliberante local y en otros escenarios.

Fue homenajeado por la Orquesta Municipal del Tango de Mar del Plata, dirigida por Julio Dávila, con el concierto Tributo a Quique Lannoo, de Gardel a Piazzolla.

Enrique vive en la misma casa que edificó su padre en los albores de 1940, que fue la primera en el barrio Faro Norte, donde el sosiego del lugar hace que su inspiración continúe, entre el canto de los pájaros, corcheas y semifusas.

«Mirá, si volviera a nacer, haría exactamente lo mismo. Viví tiempos magníficos con mi gran pasión, el chelo, que día a día me sigue alimentando el alma».

Quique Lannoo parece uno de esos personajes salidos de la revista Rico Tipo; porteño, atorrante y querendón, a lo que le sumo lo más importante: su hombría de bien, y esa humildad que solo tienen los grandes. Un aspecto, esto último, de lo que aún no tomó nota.