omo otros pioneros del tango bailado, nació hacia fines del siglo XIX, cuando los firuletes dibujaban el arrabal.

Poco a poco fue ganando fama mientras competía en contrapuntos contra El Cachafaz y Elías Alippi, entre otros. Después, esa destreza lo llevó al escenario y desde 1912 el aristocrático Hotel Bristol de Mar del Plata lo contrató para las temporadas veraniegas. Allí bailó tangos, entre gavotas y rigodones, junto con La Gallega María, hasta que observó que el público prefería sus tangos ágiles. Incluso dio clases privadas acompañado por el joven pianista Juan Carlos Cobián.

Pero al año, junto con Petra Gómez, ganaría el primer concurso de baile de salón en el Palace Theatre ante los más granado de la sociedad y comenzaría una carrera descollante.

Así pues, viajó a Europa y al regresar enseñó en Santa Fe y Cerrito, a la vuelta del estudio de Enrique Saborido.

Juan Carlos Herrera fue un hombre reconocido, un destacado bailarín de su tiempo y un maestro que desarrolló un método teórico-práctico para el estudio de nuestra danza; pero sobre todo fue quien unió a los sectores populares con la alta sociedad, como si con su proceder nos hubiese enseñado que el abrazo nunca fue patrimonio de ninguna clase.

El autor es profesor, bailarín e investigador del tango danza. Es autor de Nuevo glosario de tango danza, La pista del abrazo y Tango FAQs. www.tangosalon.com.ar / info@tangosalon.com.ar