in duda, un estudioso, en su interpretación no hay nada de improvisación. Comenzó con el rock con su banda Los Sureños y, en 1999, se volcó al tango con un cuarteto de guitarras: Las Bordonas, hasta que lo escuchan cantar sus compañeros y lo conminan a que cante y la cosa cambió y de qué manera.

Con Ricardo García Blaya lo fuimos a ver una noche a Palermo, de esto hace ya muchos años, y nos quedamos sorprendidos con el cuarteto, Las Bordonas dirigido por Daniel Yaría, un conjunto de virtuosas y armoniosas guitarras, pero más por la voz y estilo de Ignacio, un cantor de los años veinte. Su registro atenorado nos recuerda, por momentos, a Ignacio Corsini y, en otros, a Agustín Irusta o a Agustín Magaldi. Lo mismo por el repertorio, en el que rescatan bellos temas poco difundidos de aquella época gloriosa del tango.

Tuvo varios maestros de técnica vocal, entre ellos, Jorge Balagna y Susana Rossi y, en guitarra a Daniel Yaría, Diego Kvitko y en el SADEM (Sindicato Argentino de Músicos).

Tambén se formó como productor musical en la Escuela de Musica de Buenos Aires y de Técnico de Sonido y grabación en el ITMC. Estudió piano con el maestro Sebastián Zanetto.

Entre el 2008 y 2010, Las Bordonas viajaron a Europa, actuando en diversas ciudades del viejo continente.

Hasta el año 2012, el grupo llevaba grabados tres discos. En ese año, se convierte en un trío, con Javier Amoretti y Martín Creixell y dan un recital junto a Veronika Silva, que traía experiencia en el tango y en la canción francesa, tras vivir un tiempo en París.

En el mes de marzo de 2006, el diario Clarín publicó unos comentarios de Ignacio muy elocuentes: «Yo creo en las influencias aunque sean remotas. No conocí a mi abuelo, pero mi mamá siempre me cuenta que él escuchaba a Rivero, por cantor y por guitarrista. Yo era atraído y conmovido por Corsini, Magaldi, Fiorentino y también Cafrune, Mercedes Sosa o Andrés Calamaro. Dentro del grupo Las Bordonas nos interesan los textos. Veo a los autores como grandes testigos de su tiempo. Y las guitarras tienen una presencia importante, prestan una orquestación. No tuve la suerte de tener un Emilio Balcarce en la familia que me dijera: “¡Escuchá esto!”. Entonces escucho a Rivero. ¿De quién voy a aprender si no aprendo de él? Tengo que recorrer todo; soy consciente que me falta mucho, pero me gusta estudiar…»



Como cantor tiene matices muy interesantes, sus recursos son genuinos, sin falsos alardes y su voz genera un clima amable y bien tanguero. En el repertorio incluye además algunas obras suyas y de sus compañeros.

En resumen, es uno de las voces destacadas de su generación, que cuenta con la orquestación de un excelente conjunto de guitarras.

¡Bienvenido Ignacio a Todo Tango!