u profesión lo vinculó al ambiente artístico allá por 1922, cultivando la amistad de innumerables figuras de la música popular y del teatro, siendo Ángel D'Agostino, el después brillante director típico, el primer amigo; con el tiempo se hicieron los demás: Enrique Santos Discépolo, Enrique Delfino, Pablo Suero, Pepe Arias, Azucena Maizani, Rodolfo Sciammarella, Gerardo Matos Rodríguez, Enrique Maroni, Vicente de la Vega y tantos otros artistas nuestros conocieron su camaradería sin par. El gran Federico García Lorca también supo de ella y gracias a la amistad que los unía el poeta hispano pudo dar varias conferencias en la Argentina.

En 1926 conoce a Carlos Gardel en una fiesta en la Boca dada a beneficio de Juan de Dios Filiberto que se hallaba enfermo. Dos años después, en 1928 viaja a Francia para perfeccionar sus estudios y se convierte en el primer compañero y al mismo tiempo en consejero del cantor durante todas las giras hechas a París, hasta 1930 año en que regresó.

Su vida es rica en anécdotas convividas con Gardel en aquellos días de la Ciudad Luz, desde su debut en el gran Cabaret Florida y pasando por su departamento de la Rue de Napoli, donde acudía Carlos en su busca para salir juntos. Se entremezcla en el recuerdo, aquella actuación en el Teatro Paramount, donde el gran intérprete realizó una presentación espectacular acompañado por veinte bandoneones y fue a su camarín para saludarlo con su amigo Julio Goldaracena (hermano de un eminente médico argentino). Al verlos vestidos de smocking los conminó: «¡Al escenario con un bandoneón cada uno!» Acataron los amigos, que hicieron aire durante la función; ¡no sabían ni jota de fueyes y pentagramas! Otra fue cuando el famoso pintor japonés Fuyita casóse por segunda vez, siendo invitados Gardel y Alonso que acudieron con el gran autor francés Henry Bernstein, asistiendo al inusitado espectáculo de ver llegar a la fiesta a la primera esposa del pintor con su nuevo marido.

O aquella vez que paseando por Niza encontró a Carlitos recreándose con una dama de bastante edad que hizo arrancarle una risa burlona de su parte, a la que contestó Gardel: «¡No tanta risa, que es una duquesa!» En efecto era una duquesa que por aquel tiempo tenía la fábrica de cigarrillos más importante de Europa y la que hizo posible las filmaciones que en Francia realizara el astro criollo. (Ver el artículo: La verdadera Sadie Baron Wakefield)

En París, le recordó el cantor un tango que cierta vez le mostró en Buenos Aires. «Lo tiene Víctor Lomuto», (actuaba allí), le contestó Alonso. Buscarlo, ensayarlo y grabarlo fue todo uno y a los pocos días estaba a la venta. Era “Por qué me das dique” que lleva música de Rodolfo Sciammarella y cuyo disco de prueba junto a una de sus hermosas fotografías autografiada que decía: «A mi amigo y colaborador. Cariñosamente», se lo entregó como recuerdo.

En Buenos Aires lo vio muchas veces más y estuvo presente en su despedida realizada en un teatro de la calle Esmeralda, donde sólo había unas 40 personas, los más amigos. A su regreso estaba todo Buenos Aires; ¡el retorno con las alas quemadas!

Como autor registró una media docena de canciones, cuyo primer título se llamó “Coperita posta”, tango con música de Sciammarella del año 1927. Otras las obsequió pero su lápiz ilustró las carátulas de muchos populares tangos.

(De Bernstein dijo Gardel en La Nación del 18 de junio de 1929 que aparte de ser su gran amigo era el más entusiasta bailarín de tango).

Alonso nació en Tucumán el 17 de junio de 1900.