Por
Julio Nudler

oda su vida estuvo en el tango. Pese a que murió con sólo 58 años, son pocos los violinistas de trayectoria más extensa y rica. Los sucesivos conjuntos de Julio De Caro fueron el eje de esa prolongada carrera, siempre ligada a orquestas fundamentales, a pesar de lo cual es raro encontrarlo mencionado en las reseñas eruditas. Sólo algunos tangos de relativo éxito que compuso pudieron sacarlo del anonimato.

José Nezow, convertido en Nieso, emergió en 1927 en la orquesta del pianista Roberto Firpo, coincidiendo allí con el violinista Antonio Rossi. De ese conjunto pasó en 1929 al sexteto del bandoneonista Pedro Maffia cuando este debió reemplazar temporariamente a Elvino Vardaro, pero ese mismo año fue convocado por Julio De Caro, cuyo sexteto encabezaba el elenco de artistas de Brunswick, un nuevo sello discográfico que alcanzaría gran significación pese a sus escasos tres años de existencia, concluidos con la repentina muerte de su impulsor, Z. E. Salesbury. José reemplazó a Emilio De Caro, alejado por su delicada salud.

Con Francisco De Caro al piano, Vicente Sciarreta en contrabajo y los bandoneones de Pedro Laurenz y Armando Blasco, el sexteto cumplió una etapa deslumbrante, en la que grabó 164 temas. Nieso tomó parte de la célebre gira del sexteto por Italia, Francia e Inglaterra, iniciada en marzo de 1931.

En 1932 los hermanos De Caro ampliaron su orquesta a catorce miembros, arrastrados por el mandato de esa época influida por el cine sonoro estadounidense. Nieso integró entonces una fila de violines a la que fueron incorporados Vicente Tagliacozzo, Simón Reznik y Samy Friedenthal. Entre los bandoneones aparecía un adolescente Aníbal Troilo, y se sumaba José María Rizzuti, porque ese ensamble no tenía uno sino dos pianos.

Un par de años más tarde, cuando Laurenz se abrió de los De Caro para fundar su propia orquesta, Nieso decidió seguirlo, lo mismo que Blasco, Sciarreta y Friedenthal. Al piano se sentó Pugliese, y con esas armas debutaron en Los 36 Billares, sobre la acera opuesta del Germinal, donde hacía escuela el sexteto Vardaro, estableciendo una pugna de estilos renovadores de la que surgiría el esplendor instrumental que iba a alcanzar su cima en las dos décadas siguientes.

En 1937 Nieso fundó el dancing Lucerna, de Suipacha 567, que ocuparía por diez años el centro de su actividad. Allí se bailaba al ritmo disarliano de la orquesta Novel o de la dirigida por Miguel Nijensohn, y podía escucharse al admirado Antonio Rodríguez Lesende, que había declinado el ofrecimiento de cantar con Troilo. Nieso volvió de todas maneras a De Caro en 1938, integrándose a una orquesta de once miembros, que incluía figuras tan gravitantes como las del violinista Cayetano Puglisi y los bandoneonistas Carlos Marcucci, Alfredo Cordisco y Calixto Sallago.

Tras una etapa poco feliz, en la que De Caro aceleró el ritmo para adaptarse a la moda impuesta por Juan D'Arienzo, en 1941 se reencontró con su mejor nivel, dejando excelentes grabaciones de temas propios, como “La rayuela” o “Copacabana (Nido de amor)”, o ajenos, como “Maipo” o “El baquiano” (Bardi).

Mientras Nieso permanecía, en 1942 volvió a cambiar la fila de violines, incorporando a Bernardo Weber como primero y a Bernardo Sevilla. A partir de 1949, Nieso intervino en las veinticuatro grabaciones realizadas por los De Caro para Odeón hasta 1951. Weber seguía encabezando la cuerda, que contaba también con Pedro Sapochnik y Luis Cuervo. En los bandoneones, junto a Carlos Marcucci descollaba Roberto Di Filippo.

La última singladura de esta orquesta abarca siete discos 78 grabados para el sello Pathé entre septiembre de 1952 y agosto de 1953. Weber deja su lugar de primer violín a Hugo Baralis, y en la fila de bandoneones, retirado de ella Di Filippo, se suceden Toto Rodríguez y Marcos Madrigal, entre otro puñado de grandes ejecutantes.

En aquella década de 1950, Nieso fue primer violín en la Orquesta Estable de Radio El Mundo, por cuyo podio se sucedieron directores como Héctor Artola y Carlos García. Con esa ocupación como eje, José compartió varias experiencias valiosas, aunque a veces poco duraderas.

En 1953 formó parte de la orquesta de Elvino Vardaro, que sólo alcanzó a grabar un disco. En 1957 fue convocado por Astor Piazzolla para su orquesta de bandoneón y cuerdas, mientras formaba parte de la orquesta del bandoneonista Emilio Orlando, y en los dos años siguientes tocó en las agrupaciones de los pianistas Juan José Paz y Fulvio Salamanca.

Entre 1959 y 1962 fue uno de Los Violines de Oro del Tango, conjunto poco recordable dirigido por Enrique Mario Francini y Héctor Stamponi. En 1959 integró la última orquesta de Pedro Maffia, actuando por Radio Belgrano y grabando para el sello TK los instrumentales “El Marne”, “El estagiario”, “Tinta verde” y “Pimienta”, además de cuatro obras cantadas por Alberto Gómez.

En 1963 fue convocado por el refinado Héctor Artola y, en 1964, figuró en la sobresaliente orquesta de Joaquín Do Reyes, junto a Roberto Guisado y Aquiles Aguilar en la hilera de violines. Base de ese conjunto eran los bandoneonistas y arregladores Máximo Mori y Mario Demarco. Otros dos fuelles, Julio Ahumada y Miguel Bonano, incluyeron a Nieso en la orquesta con la que actuaron en Radio El Mundo a partir de 1963.

En 1966, Demarco apeló a él para el conjunto que formó para acompañar al cantor Rodolfo Lesica. El 12 de octubre de ese año José murió víctima de su diabetes, a cuyos rigores nunca había aceptado someterse, a pesar de la insistencia de su mujer, Juana Kriveruk, y de su única hija, Olinda.

Nieso dejó una obra de compositor de cierta importancia, aunque al compartir buena parte de sus tangos con Nijensohn se vuelve difícil precisar cuál fue su aporte. Julio De Caro grabó tres de sus piezas: en 1932 el instrumental “Patria querida”, que Nieso firmó con Carlos Arce; en 1940 “No quiero pensar más”, con letra de Iván Casadó, cantado por Héctor Farrel, y en 1942 “Decime qué pasó”, en colaboración con Nijensohn y el letrista José María Suñé, cantado por Agustín Volpe. Esos tres autores firman también el interesante “Yo quiero cantar un tango”, de 1943, grabado por Juan D'Arienzo con Héctor Mauré y por Pedro Laurenz con Alberto Podestá; “Viento malo”, de 1944, que grabaron D'Arienzo y Antonio Rodio, y “Sol [b]”, de 1945, sobresalientemente registrado por Osvaldo Fresedo con Oscar Serpa, y también por Miguel Caló con Luis Tolosa.

«Gran violinista y fiel amigo» son los términos con que Julio De Caro destacó a este músico que lo siguió durante un cuarto de siglo por la ruta del mejor tango.