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Astor Piazzolla
Nombre real: Piazzolla, Astor Pantaleón
Bandoneonista, director, compositor y arreglador
(11 marzo 1921 - 4 julio 1992)
Lugar de nacimiento:
Mar del Plata (Buenos Aires) Argentina
TEMAS AQUÍ MENCIONADOS
Adiós Nonino
Tango
Años de soledad
Tango
Arrabal
Tango
Bailongo
Tango
Balada para mi muerte
Canción
Balada para un loco
Tango
Cafetín de Buenos Aires
Tango
Calambre
Tango
Chiqué
Tango
Chiquilín de Bachín
Tango
Color de rosa
Tango
Contrabajeando
Tango
Contratiempo
Tango
Cuesta abajo
Tango
Decarísimo
Tango
Del bajo fondo
Tango
El Marne
Tango
El recodo
Tango
Escualo
Tango
Fracanapa
Tango
Fuga y misterio
Tango
Inspiración
Tango
La chiflada
Tango
La rayuela
Tango
Libertango
Tango
Lo que vendrá
Tango
Los mareados
Tango
Los pájaros perdidos
Canción
Maquillaje
Tango
Marrón y azul
Tango
Mi refugio
Tango
Milonga triste
Milonga
Negracha
Tango
Nonino
Tango
Nos encontramos al pasar
Tango
Nostalgias
Tango
Oblivion
Tango
Para lucirse
Tango
Pigmalión
Tango
Prepárense
Tango
Revirado
Tango
Taconeando
Tango
Tango del ángel
Tango
Tierra querida
Tango
Triste
Tango
Triunfal
Tango
Vanguardista
Tango
Verano porteño
Tango
Viejo ciego
Tango
Volvió una noche
Tango
Vuelvo al sur
Tango
CREADORES AQUÍ MENCIONADOS
Aldo Campoamor
Alfredo Gobbi
Amelita Baltar
Aníbal Troilo
Astor Piazzolla
Carlos Gardel
Edmundo Rivero
Elvino Vardaro
Francini-Pontier
Francisco Fiorentino
Héctor De Rosas
Horacio Ferrer
Horacio Salgán
Jorge Luis Borges
Jorge Sobral
José Basso
José Tarantino
Julio De Caro
Milva
Orlando Goñi
Osvaldo Fresedo
Osvaldo Pugliese
Roberto Goyeneche
Por
Julio Nudler
iazzolla no es sólo el músico de tango más célebre en el mundo, sino también un compositor cultivado por notables concertistas internacionales, conjuntos de cámara y orquestas sinfónicas. Es posible que haya llevado al tango hasta sus límites, tan lejos —estéticamente hablando— que muchos tanguistas no tuvieron capacidad de acompañarlo ni de entenderlo. A los que sí lo siguieron, y a los que vinieron después, les legó el difícil problema de sustraerse, aunque sea en parte, de su influencia y de encontrar un nuevo rumbo después de su obra. El postpiazzollismo es hasta ahora una colección de intentos, importantes algunos pero insuficientes.
Su inserción en el medio tanguero de Buenos Aires comenzó en 1938, precisamente la época en que el tango despertaba aceleradamente de su relativo letargo, iniciado alrededor de 1930. La relación de
Astor Piazzolla
con ese medio fue complicada, mezcla de amor y desprecio, de admiración y resquemor. Pero su lucha, que era la de un artista tan dotado como innovador, contra la mediocridad y el conservadurismo, la libró desde el interior del tango, con profundas raíces en él, tocando con orquestas ajenas o propias en palcos de café o en oscuros clubes suburbanos. Este barro ya no lo tienen en sus botas los postpiazzollanos.
A pesar de esta raigambre y de la profunda esencia tanguera de todo lo que hacía Astor, incluso cuando se trataba de otra música, desde mediados de los 50 se extendió entre sus detractores una muletilla presuntamente descalificadora: «Piazzolla no es tango», como expresión absoluta del quietismo y la intolerancia. No obstante ese antagonismo, varios tangos fueron escritos en su homenaje, uno de ellos por
Julio De Caro
, figura capitular del género, testimoniando la admiración que despertaba ese personaje áspero y combativo, que rompía todos los moldes.
Astor Pantaleón nació en 1921 en Mar del Plata, cuando este puerto pesquero del Atlántico, 420 kilómetros al sur de Buenos Aires, era a la vez un balneario aristocrático, aún no masivo. En 1924 pasó a vivir con sus padres en Nueva York, donde en 1929 sobrevino su encuentro con el bandoneón. En 1932 compuso su primer tango, “La catinga”, nunca difundido, e intervino como actor infantil en
El día que me quieras
, film cuya estrella era
Carlos Gardel
.
Ya de regreso en Mar del Plata, en 1936 comienza a formar parte de conjuntos locales y a conducir incluso uno que adoptaba el estilo del Sexteto Vardaro, que a partir de 1933 había intentado una audaz superación estilística, desdeñada por las grabadoras. Su líder, el violinista
Elvino Vardaro
, tocaría muchos años después para Piazzolla.
En 1938 llegó a Buenos Aires, donde, luego de pasar brevemente por varias orquestas, fue incorporado a la del bandoneonista
Aníbal Troilo
, que se había constituido en 1937 y jugó un papel trascendental en el apogeo del tango en los dos decenios siguientes. Además de bandoneón de fila, Astor fue allí arreglador y ocasional pianista, en apurado reemplazo de
Orlando Goñi
(o Gogni), tan brillante como incumplidor. Troilo prohijó a Piazzolla, pero también recortó su vuelo para ceñirlo a los límites de su estilo, que no debía trasponer la capacidad del oído popular.
El ímpetu renovador de Astor comenzó a desplegarse en 1944, cuando abandonó a Troilo para dirigir la orquesta que debía acompañar al cantor
Francisco Fiorentino
. Aquella fue la extraordinaria conjunción de un vocalista enormemente popular y un músico de talento único. Quedaron de ese binomio 24 temas grabados, con versiones descollantes (los tangos “
Nos encontramos al pasar
”, “
Viejo ciego
” y “
Volvió una noche
”, entre otros). La serie incluye los dos primeros instrumentales registrados por Piazzolla: los tangos “
La chiflada
” y “
Color de rosa
”.
Tras aquella experiencia inaugural, Astor lanzó su propia orquesta en 1946, todavía ajustada a los cánones tradicionales del género. Como tal se instaló desde su inicio entre las agrupaciones más avanzadas, junto a las de
Horacio Salgán
,
Francini-Pontier
,
Osvaldo Pugliese
,
Alfredo Gobbi
y el propio Troilo. Entre sus cantores sobresalió
Aldo Campoamor
. Hasta 1948 grabó un total de 30 temas, entre ellos versiones antológicas de tangos como “
Taconeando
”, “
Inspiración
”, “
Tierra querida
”, “
La rayuela
” o “
El recodo
”. Entre los registros se destacan cinco obras del propio Piazzolla, que ya anuncian —particularmente en los casos de “
Pigmalión
” y “Villeguita”— al genial compositor.
Este surge muy pronto en toda su hondura y originalidad con tangos de inigualada inspiración: “
Para lucirse
”, “
Prepárense
”, “
Contratiempo
”, “
Triunfal
”, “
Contratiempo
” y “
Lo que vendrá
”. Esas piezas son incorporadas al repertorio de importantes orquestas, como las de Troilo,
Francini-Pontier
,
Osvaldo Fresedo
y
José Basso
, muchas veces con arreglos escritos por el propio Piazzolla. Mientras tanto, su orquesta graba entre 1950 y 1951 cuatro obras, dos de ellas en un memorable disco de 78 revoluciones: los viejos tangos “
Triste
” y “
Chiqué
”.
En los primeros años 50 Piazzolla dudó entre el bandoneón y el piano, y pensó volcarse a la música clásica, en la que ya venía incursionando como compositor. Con esas ideas se trasladó en 1954 a Francia, becado por el Conservatorio de París, pero la musicóloga Nadia Boulanger lo persuadió de desarrollar su arte a partir de lo que le era más propio: el tango y el bandoneón. Allí graba en 1955, con las cuerdas de la Orquesta de la Opera de París, Martial Solal al piano y él mismo en bandoneón, 16 temas, todos suyos salvo dos. Aquello fue un nuevo torrente de asombrosa melopea, con tangos como “
Nonino
” (antecedente del célebre “Adiós, Nonino”, emocionada despedida a la muerte de su padre), “
Marrón y azul
”, “Chau París”, “Bandó”, “Picasso” y otros.
De regreso en la Argentina, Piazzolla se desplegaría en dos direcciones. Por un lado, la orquesta de bandoneón y cuerdas, con la que dio a conocer una nueva generación de tangos suyos, de actitud ya rupturista, como “Tres minutos con la realidad”, “
Tango del ángel
” y “Melancólico Buenos Aires”. Su repertorio incluía por entonces también tangos tradicionales releídos y otros más actuales de diferentes músicos, como “
Negracha
” (Pugliese), “
Del bajo fondo
” (
José Tarantino
y Osvaldo Tarantino) o “
Vanguardista
” (José Bragato). La orquesta contaba con el cantor
Jorge Sobral
, ya que Astor quería extender al tango canción su propuesta renovadora.
La otra gran empresa de Piazzolla en esa época fue la creación del Octeto Buenos Aires, en el que reunió a ejecutantes de gran nivel y con el cual subvirtió todo lo conocido en tango hasta entonces. Hay quienes juzgan a ese Octeto como el cénit artístico de toda su carrera. Aquel conjunto, que grabó sólo dos long-plays medianos, se dedicó sobre todo a reinterpretar grandes tangos tradicionales, como “
El Marne
”, “
Los mareados
”, “
Mi refugio
” o “
Arrabal
”.
En 1958, Piazzolla se estableció en Nueva York, donde vivió circunstancias muy difíciles. De aquella infeliz etapa quedó su experimento de jazz-tango, que él mismo juzgó con dureza —excesiva tal vez— por la concesión comercial que supuso. Pero al retornar a Buenos Aires en 1960 creó otro de los conjuntos fundamentales de su trayectoria: el Quinteto Nuevo Tango (bandoneón, piano, violín, guitarra eléctrica y contrabajo), que causó furor en ciertas franjas de público, entre ellas el universitario.
Esta formación, cuyos integrantes fueron cambiando con el tiempo, frecuentó un repertorio variado, que incluyó nuevos tangos del director, como “
Adiós Nonino
”, “
Decarísimo
”, “
Calambre
”, “Los poseídos”, “Introducción al ángel”, “Muerte del ángel”, “
Revirado
”, “Buenos Aires Hora cero” y “
Fracanapa
”, entre otros. Con la voz de
Héctor De Rosas
realizó notables versiones de “
Milonga triste
” y tangos como “
Cafetín de Buenos Aires
”, “
Maquillaje
”, “
Nostalgias
” y “
Cuesta abajo
”, entre otros.
En 1963, retornó a un fugaz Nuevo Octeto, que no alcanzó el óptimo nivel del anterior pero le permitió incorporar nuevos timbres (flauta, percusión, voz). Entre las diversas realizaciones de esos años intensos, sobresalen dos acontecimientos de 1965. Uno es el concierto que con el Quinteto ofrece en el Philarmonic Hall of New York, dando a conocer la
Serie del diablo
y la completada
Serie del ángel
, además de “La mufa”. A su vez, graba en Buenos Aires una serie de excepcionales composiciones suyas sobre poemas y textos de
Jorge Luis Borges
(con su mitología de cuchilleros de arrabal), con el cantor
Edmundo Rivero
y el actor Luis Medina Castro. Ese mismo año dio a conocer “
Verano porteño
”, primero de los valiosísimos tangos que conformarán las
Cuatro estaciones
.
Comienza luego su producción con el poeta
Horacio Ferrer
, con quien creó la operita
María de Buenos Aires
(que comprende el admirable “
Fuga y misterio
”) y una sucesión de tangos. En 1969 lanzaron “
Balada para un loco
” y “
Chiquilín de Bachín
”, que de pronto le proporcionaron a Piazzolla éxitos masivos, a los que no estaba habituado. Ese año los grabó por partida doble, con la cantante
Amelita Baltar
y con el cantor
Roberto Goyeneche
.
En 1972, en otro gran momento de Piazzolla y tras haber registrado el año anterior el magnífico LP
Concierto para Quinteto
, formó Conjunto 9, con el que grabó
Música contemporánea de la ciudad de Buenos Aires
, como trascendiendo la discusión sobre la tanguidad. Los álbumes que realizó ese noneto incluyen los sobresalientes “Tristezas de un Doble A”, “Vardarito” y “Onda nueve”. Tras abandonar nuevamente la Argentina, Astor inició su fructífera etapa italiana, donde entre otras obras dio a conocer “
Balada para mi muerte
”, con la cantante
Milva
, “
Libertango
” y la conmovedora “Suite troileana”, que escribió en 1975 bajo el impacto que le causó la noticia de la muerte de Troilo.
Tres años después compuso y grabó con orquesta una serie de obras dedicadas al campeonato mundial de fútbol, esa vez disputado en la Argentina, durante la sangrienta dictadura militar implantada en 1976, que manipuló políticamente ese torneo. Se trató de un deplorable paso en falso de Piazzolla.
En 1979, de nuevo con su quinteto, presentó “
Escualo
”, entre otros temas. A lo largo de aquellos años y los siguientes, Astor unió su talento al de artistas de diversos orígenes, como George Moustaki (para quien compuso los bellísimos temas “Hacer esta canción” y “La memoria”), Gerry Mulligan y Gary Burton. Entre otras variadas performances, el disco recogió una apoteótica actuación del quinteto en 1987 en el Central Park de Nueva York. La última formación de Piazzolla fue un sexteto, que sumaba un segundo bandoneón al quinteto y reemplazaba el violín por el violoncello.
Además de obras de concierto y música para cerca de 40 películas, Astor concibió numerosísimas piezas breves (tangos o no) omitidas en esta apretada reseña. Entre ellas figuran “Juan Sebastián Arolas”, “
Contrabajeando
” (escrito con Troilo), “Tanguísimo”, “La calle 92”, “
Oblivion
”, “
Años de soledad
”, “
Los pájaros perdidos
”, “Lunfardo”, “
Bailongo
”, “
Vuelvo al sur
” y la serie
La camorra
. Bucear en la inmensa obra de Piazzolla, encontrar partituras y arreglos o idear otros nuevos es hoy la fascinante tarea de músicos de todo el mundo.
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