Por
Néstor Pinsón

ra poseedor de una voz pequeña y cálida, con registro de tenor-tenorino, como era costumbre entonces, y un detalle que hacía inconfundible su voz: su vibrato, que no pudo evitar, por lo menos en los primeros años de intensa labor para el disco. Luego, ya con mayor experiencia disimula su exceso en el vibrato y se luce como solista en Norteamérica y en la orquesta de Julio De Caro entre los años 1943 y 1944.

Su primera grabación fue para la orquesta de Juan Bautista Guido, en diciembre de 1927. Luego estuvo con Ricardo Luis Brignolo, Pedro Maffia, Antonio Bonavena, Osvaldo Fresedo, Edgardo Donato, Roberto Firpo, pero esencialmente fue el estribillista de Juan Maglio, con alrededor de 150 versiones grabadas.

Fue un viajero incansable, fatigó numerosas giras en América Latina, especialmente Brasil y Estados Unidos, y finalmente recala en la orquesta de Julio De Caro. Con esta agrupación dejó cinco grabaciones, dos de ellas a dúo con Héctor Farrel.

Su verdadero nombre fue Miguel Rice Treacy, de familia irlandesa nació en Buenos Aires el 15 de abril de 1903. Su perfecto dominio del idioma inglés le sirvió para conseguir empleo en el ferrocarril —en aquel entonces administrado por capitales ingleses—, y más tarde en sus actuaciones artísticas en los Estados Unidos.

Él integraba con un grupo de amigos, una murga carnavalera dirigida por —el más tarde famoso letrista—, Enrique Dizeo. Su porte, su buena pinta y manera de vestir lo hicieron participar como maniquí vivant, por entonces de moda en las principales vidrieras y calles del centro de la ciudad. Sin la letra t final nació su apellido artístico definitivo.

Fue galán cantor en obras teatrales de las compañías de Elías Alippi, Marcelo Ruggero y otros. Intervino en un par de películas que ni siquiera pudieron estrenarse de primitivas que eran. Otro intento, casi fallido, fue Noches cariocas, en 1935, con la dirección de Enrique Cadícamo, filmada en Río de Janeiro.

La televisión recupera su imagen al aparecer ocasionalmente en la reposición de algunas películas de Luis Sandrini, por ejemplo Un bebé de contrabando y también en una escena grabada en vivo del programa de la periodista y conductora Blackie, donde Pepe Peña (comentarista deportivo) toca el piano y aparece cantando Carlos Viván en el corte de una película.

Además de vocalista fue un interesante compositor de tangos muy difundidos: “Hacelo por la vieja”, “Cómo se pianta la vida”, “Moneda de cobre”, “Domani”, “Viviane de París”, “Se va el tren”, “Palomita mía”, “Amiga”, “Nuestra noche”, “El barco María”, “Dolor de tango”, “Milonga para Gardel”, “Triste mariposa”, entre otros menos conocidos.

Como ya está dicho, actuó varios años en Norteamérica como crooner y cantante. De ello da prueba algunos registros grabados con la orquesta de Terig Tucci, entre los que se destaca “Lobo”, tango de Ciriaco Ortiz y Luis Rubistein, grabado el 20 de abril de 1937.

En sus últimos años en Buenos Aires, para ganarse la vida, cantaba en locales nocturnos imitando al cantante de jazz Al Jolson.

En 1955, sufre un episodio cerebro vascular del que se pudo recuperar. Sus amigos habituales eran Juan D'Arienzo, José Razzano, Yaraví, Aníbal Troilo, Edmundo Rivero y muchas amigas ocasionales.

Si bien tuvo una breve experiencia matrimonial, fue un soltero empedernido y tuvo entre sus conquistas a la cancionista Aída Denis.

Fue un gran bebedor de whisky, mujeriego, amante de la buena comida y, como todo buen tanguero, sentía veneración por su madre, cuya muerte lo postró largamente.

Se lo recuerda como un caballero, cultor de la amistad y la lealtad para con sus amigos, reverente y respetuoso con las mujeres y con un gran sentido del humor.

En sus últimos años tuvo la ayuda de sus amigos, algunos de los cuales eran directivos importantes de SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores), que lo apoyaron en sus depresiones y en su economía. De entre todos ellos se destacó Santiago Adamini, el inspirado autor de “Trasnochando” y “A las siete en el café”.

Falleció en el Hospital Británico de Buenos Aires.