Armando Tagini

Nombre real: Tagini, Armando José María
Seudónimo/s: José Oyarzábal
Letrista, compositor y cantor
(9 junio 1906 - 12 julio 1962)
Lugar de nacimiento:
Buenos Aires Argentina
Por
Gaspar Astarita

ería una irreverencia de mi parte para con el recuerdo de Armando Tagini que yo quisiera asumir con esta nota la condición de descubridor de su obra para la literatura del tango, y de proponerme arrancarlo del olvido.

¿De qué olvido? Sus versos han estado desde hace años, y lo seguirán estando, en el oído y en la emoción popular. No necesita pues que yo me arrogue atributos innecesarios de recuperador, porque su producción está ahí, recreada diariamente, hablando por él y defendiéndose sola de relegamientos y postergaciones.

Casi siempre es el repertorio gardeliano quien nos reactualiza su poco frecuentado nombre en la historia del tango, ya que El Morocho fue el que lanzó sus más resonantes éxitos autorales a partir de mediados de la década del 20. Sus primeras composiciones fueron “La gayola” y “Gloria”, cuyos versos, de acentuados giros lunfardos, llevaron el acople musical de Rafael Tuegols y Humberto Canaro respectivamente.

Pero a partir de esos dos títulos fue entregando a nuestro cancionero otras obras concebidas en un lenguaje más depurado, de romántica expresión y esmerada construcción, muy contrapuesto a los términos y giros empleados en la literatura tanguera de ese entonces y en la que él incursionara con “La gayola” y “Gloria”.

Marioneta” y “Misa de once”, y sobre todo “Perfume de mujer” —los tres en colaboración con Juan José Guichandut— son un sobresaliente ejemplo de esa variante que adquirió el contenido de la obra de Armando Tagini.

Sumaba su nombre, con esta nueva propuesta, a la flamante avanzada renovadora que integraban José González Castillo, Enrique Cadícamo, Francisco García Jiménez y el Manzi del comienzo, la cual —en formulaciones y estilo— estaba dando nueva dimensión estética y espiritual a la letra del tango.

Sin llegar a la densidad y a la repercusión de la producción de los otros autores recién nombrados, la de Armando Tagini revela un lenguaje que está al nivel de esa corriente que aquellos lideraron, pues supo conciliar en sus trabajos en armonioso encaje- la poesía y el oficio. En una palabra, enlazó equilibradamente, la artesanía y el arte.

Tiene muchos aciertos en un conjunto de composiciones que se inician en la época apuntada —alrededor de 1926— y que se extenderá a la famosa década del 40, a cuya promoción de letristas estaba preanunciando y a la que también perteneció por edad y continuidad de su obra.

Nació Armando José María Tagini en Buenos Aires, en pleno barrio del Abasto, el 9 de junio de 1906, y fueron sus padres don Francisco Tagini (italiano) y Josefa Oyarzábal (vasca española). Sin estudios superiores, su sensibilidad y las lecturas lo afinaron hasta que la poesía brotó en forma natural.

Muy jovencito entró a trabajar en una oficina administrativa de los ferrocarriles, en donde fue compañero de trabajo de varios autores y compositores, entre ellos Juan José Guichandut, Francisco García Jiménez y Rafael Tuegols, quienes lo vincularon a los ambientes artísticos y especialmente a los círculos de la música ciudadana, en donde tomó contacto con artistas de la más diversa índole —cantantes, autores, compositores, directores—, iniciándose como cantor popular.

Debutó con la orquesta típica de Anselmo Aieta, con quien estrenó los tangos “Tus besos fueron míos”, “Siga el corso”, “La violetera” y “Bajo Belgrano”, todas letras del poeta Francisco García Jiménez. Luego actuó en Radio Cultura con el pianista Ricardo Tanturi.

La radio y los teatros fueron los lugares donde se desarrolló prácticamente toda su trayectoria de cantor, mientras que paralelamente fue dando a conocer su producción autoral.

En 1927, recién cumplidos los 21 años dio a conocer tres tangos que resultaron, a su vez, tres impactos populares. “La gayola” (música de Rafael Tuegols) y “Gloria” (música de Humberto Canaro) fueron grabados por Carlos Gardel el mismo día, el 27 de agosto de 1927. En “La gayola” Gardel hizo ciertos cambios en algunos giros que si bien Tagini aprobó en su momento, mantuvo los originales en una versión definitiva de la letra que se publicó en 1938 (Gardel suplantó «contemplarme» por «campanearme»; «largo a largo» por «atorrando» y «voy a trabajar muy lejos» por «voy al campo a laburarla»).

Estas dos primeras composiciones señalan un conocimiento pleno del lenguaje popular y de la terminología lunfarda, que no hacían suponer que su próxima obra, “Perfume de mujer” (música de Juan José Guichandut), rompería bruscamente con este molde, que, en temática y palabras, era frecuentado constantemente por la mayoría de los letristas de la época. De muy cuidado lenguaje, de romántico contenido, este tango resultó segundo en el concurso realizado en agosto de 1927 por la casa Max Glücksmann, en el rubro tangos con letra.

Dos meses después del estreno a cargo de Agustín Irusta con la orquesta de Francisco Canaro, “Perfume de mujer”, fue registrado, el 22 de octubre de 1927, por Carlos Gardel.

En 1928 dio a conocer dos tangos inolvidables: “Mano cruel”, grabado por Gardel el 6 de septiembre de 1928, y “Marioneta”, grabado inmediatamente por Don Carlos el 22 de octubre. “Mano cruel” lleva música del contrabajista Carmelo Mutarelli y “Marioneta” de su principal colaborador, Juan José Guichandut.

Por ese tiempo —los últimos años de la década del veinte— lanzó unas cuantas piezas que, si bien tuvieron bastante difusión en su momento, no perduraron. Son ellas los tangos “Percantina” y “El último acorde” y el vals Manos blancas, todas con Juan José Guichandut; “De rodillas”, con Luis Ortigosa; “Pobre huerfanita”, con Oscar Arona, y “Bajo fondo” con Ciriaco Ortiz.

El 14 de septiembre de 1929, a través de una gran interpretación de Carlos Gardel, se conoció otra composición que no sabría más de olvido: Misa de once, también en colaboración con Guichandut.

Por 1928, cuando lanzó dos sucesos autorales ajenos al tango —los foxtrots “A orillas del Nilo” y “Esfinge”, ambos en colaboración con el pianista Mauricio Mignot— hizo un paréntesis en sus actuaciones, para retomarlas a principios de 1931.

Pese a estar inactivo para el micrófono y los escenarios en ese tiempo, siguió componiendo, pero sus nuevos títulos no tuvieron la repercusión de las obras anteriores. Sin embargo, sobre el final de 1930, alcanzó un nuevo suceso: “Buey manso”, otro tango con música de Carmelo Mutarelli, que Carlos Gardel le grabaría el 1 de diciembre de 1930. Aunque el estreno de la obra estuvo a cargo del propio Tagini unos meses antes.

El 30 de diciembre de 1933 se casó Armando Tagini con Juana Emma Bosco, matrimonio del cual nacieron dos hijos. Luego del nacimiento de estos su vida artística prácticamente había concluido. Salvo alguna esporádica aparición en alguna emisora porteña, no actuó más profesionalmente.

Casi siempre componía letra sobre música. Aunque muchos de sus versos fueron musicalizados posteriormente.

Tenía la necesidad y el hábito de la composición. Él mismo lo cuenta: «Extraigo los motivos de mis canciones de la vida misma, de lo que veo desfilar ante mis ojos, de toda impresión que recojo al pasar, agregando a ello, al verterlo el papel, mi propia emoción. Todo lugar es propicio para tomar apuntes, que luego son versos... Prefiero el género sentimental y sobre todo en el tango, que es por si nostálgico, afinan más con el temperamento de nuestro pueblo. Me atrevería a afirmar que los argentinos somos un poco románticos...» (Revista Femenil, 8/7/1932, página 51)

Otros trabajos que son dignos de mencionar, de su extensa obra, “Abrojos” (Alfonso Lacueva), “El embrujo de tu violín” (Mario Maurano), “La marcha nupcial” (Juan Venancio Clauso), “El cornetín del tranvía” y “Menta y cedrón” con música de Oscar Arona.

El 12 de julio de 1962, a poco de cumplir 56 años, falleció por causa de una afección cardiaca.

Finalmente, el poeta José María Contursi nos comenta: «Otro de los letristas que merecen recordarse y que no siempre lo ha sido justicieramente es Armando Tagini. Él encauzó la letra del tango dentro de un nuevo estilo».

Publicado en Tango y lunfardo, Nº 62, Chivilcoy, 23 de diciembre de 1990. Director: Gaspar J. Astarita.