Por
Néstor Pinsón

n las frecuentes charlas que tengo con los músicos del tango encuentro siempre la misma respuesta cuando menciono el nombre de Elvino Vardaro, no hubo otro violín como el suyo, es inconfundible. Alguien dijo: «De vuelo corto, pero redondo; lleno, sugerente.»

Luis Adolfo Sierra hizo la siguiente caracterización de su estilo: «De afinación perfecta, tuvo el absoluto dominio del instrumento y de los recursos de ejecución; con profundo conocimiento de todos los secretos del mecanismo violinístico. Lució siempre, impecable destreza en el manejo del arco y una dúctil mano izquierda que le permitía llegar a las notas más agudas con naturalidad. Sus fraseos los embellecía con el agregado de sutiles mordentes y apoyaturas de precisa realización. Vibrato inconfundible y romántico lirismo en todas sus interpretaciones. Relevante personalidad al extremo que su sonido inconfundible destacaba siempre su participación, sin proponérselo, en cualquiera de las tantas filas de violines que integró. Sin haber pretendido nunca un lucimiento personal, su presencia era siempre advertida. Si bien en esencia fue producto de la escuela decareana, su estilo violínistico fue totalmente distinto al de Julio De Caro

Nació en la ciudad de Buenos Aires el 18 de junio de 1905 y no en julio como dicen algunos autores. Su padre, amante de la lírica, le puso el nombre por el protagonista de la ópera La Sonámbula, de Vincenzo Bellini, el conde Elvino.

A los cuatro años comenzó sus estudios musicales, un año antes tuvo un accidente y perdió la primera falange del pulgar de su mano derecha.

Estudio música con Fioravanti Brugni, se perfeccionó más tarde con el concertista belga George Baré, pero su maestro fue, hasta el final de su vida, el violinista Doro Gorgatti, quien un día le dijo: «¡Qué lástima que usted toque tangos, usted podría tocar muy bien el violín!»".

A los 14 años debutó en el salón La Argentina, que quedaba en la calle Rodríguez Peña 361. El programa anunciaba: «Recital de violín a cargo del niño Elvino Vardaro. 10 de julio de 1919 a las 21 horas en punto. Concierto de Mendelssohn en la primera parte. Segunda parte, otros. Bach, Tchaicovsky, etc. Entrada dos pesos.»

La necesidad de llevar unos pesos a la casa lo obligó a tocar en los cines acompañando las películas mudas. Allí conoció a Rodolfo Biagi y, más tarde, a Luis Visca quienes lo acompañaban en el piano.

Una noche de 1922, el propio director, Juan Maglio (Pacho), lo fue a buscar al cine para incorporarlo a su orquesta.

Luego de tocar en varios salones y de una gira por el interior, se desvincula de Pacho e interviene en el conjunto de la mítica bandoneonista Paquita Bernardo, donde se dice que conoció a Osvaldo Pugliese.

En 1923 ingresa a la orquesta de Roberto Firpo donde conoce a quien sería su mejor amigo: el violinista Cayetano Puglisi.

En 1926 es convocado por Pedro Maffia a su sexteto, que estaba integrado por: Osvaldo Pugliese, Pedro Maffia y Alfredo De Franco, Elvino Vardaro, Emilio Puglisi y Francisco De Lorenzo.

Ese mismo año es contratado por la Victor, donde permanece 13 años e interviene en todos los conjuntos formados por el sello: la Orquesta Típica Victor, la Orquesta Victor Popular, la Orquesta Típica Porteña, Los Provincianos, así como también en las formaciones de: Juan Guido, Luis Petrucelli, Eduardo Pereyra y Adolfo Carabelli.

Formó parte de las dos formaciones del Trío Víctor. Primero, junto a Eduardo Pereyra en el piano y a Ciriaco Ortiz en el bandoneón y después con los guitarristas Oscar Alemán y el brasileño Gastón Bueno Lobo.

En 1929, formó el rubro Vardaro-Pugliese. En 1933 organiza, por fin, su propio sexteto, pero diversos inconvenientes no le dieron continuidad. Quedó un acetato nunca comercializado del tango “Tigre viejo”, de Salvador Grupillo. Este mítico sexteto estaba integrado por: Aníbal Troilo y Jorge Argentino Fernández, en los bandoneones, Hugo Baralis, como segundo violín, Pedro Caracciolo, en el contrabajo y en el piano José Pascual, quien también hacía los arreglos.

Debutaron el primero de abril en el Café Germinal. Y, en 1935, el último año del sexteto, agregaron un bandoneón más a cargo de Eduardo Marino. Los vocalistas fueron: Alfredo Marino, Carlos Lafuente, Guillermo Arbós y Nelly De La Vega.

En 1938 integra el rubro Demare-Vardaro, que tenía la pecularidad de tener dos pianos. El cantor era Juan Carlos Miranda.

A principios de la década del cuarenta dirige la orquesta de jazz Brighton Jazz y graba un disco con dos temas, uno de los cuales “Violinomanía”, compuesto por Argentino Galván, estaba inspirado en su virtuosismo.

También en esa época, hace grabaciones con la orquesta de Adolfo Pérez (Pocholo) y, en 1942, se incorpora a la orquesta de Osvaldo Fresedo por varios años, alternando su trabajo con la orquesta de Radio El Mundo y el conjunto de Joaquín do Reyes.

En 1944, actúa en Montevideo con orquesta propia y las voces de Alberto Montiel y el uruguayo Héctor Scelza.

En 1950, regresa a la orquesta de Joaquín do Reyes y en 1953 Martín Darré, director del sello Columbia, le propone formar orquesta a su nombre y grabar. Fue la primera vez que figuró como director en la etiqueta de un disco (Columbia, etiqueta roja, nº 15010). Los tangos elegidos fueron “Pico de oro”, de Juan Carlos Cobián, y “El cuatrero”, de Agustín Bardi. Los arreglos del disco estuvieron a cargo de Héctor María Artola, y entre los músicos estaban el bandoneonista Antonio Marchese, el pianista César Zagnoli y el contrabajista Alfredo Sciarretta.

Entre 1955 y 1961, integra la orquesta de cuerdas y el quinteto de Astor Piazzolla, alternando con la orquesta de Carlos Di Sarli, en los tres años finales de la misma.

Ya al final de su extensa carrera, se radicó en Argüello, una localidad aledaña a la ciudad de Córdoba, actuando hasta su muerte en la orquesta sinfónica de esa provincia.

De su obra autoral se destacan: “Grito del alma”, instrumental grabado por Pacho en 1926, que al agregársele la letra de Juan Velich, se transformó en “Tinieblas”, grabado por Pedro Maffia con Tito Schipa en 1931; “Dominio”, con letra de Luis Rubistein, grabado por Mercedes Simone y por la Orquesta Típica Victor; el vals “Imaginación”, con la colaboración de Oscar Arona y letra de Francisco García Jiménez, registrado por Libertad Lamarque, la orquesta de Alfredo De Angelis y Francisco Lomuto con la voz de Fernando Díaz; “Amalia”, polca grabada por el cuarteto del Novecientos, que estaba integrado por Vardaro, Feliciano Brunelli, Aníbal Troilo y Enrique Bour.

Compuso también: “Mía”, con la colaboración de Oscar Arona y letra de Celedonio Flores; “Te llama mi violín”, con letra de Cátulo Castillo; “Un beso”; “Y a mí qué me importa”, con Eduardo Moreno; “El repique”; “Miedo”, con la colaboración de Oscar Arona y letra de Francisco García Jiménez y “Fray milonga”, con letra de Francisco García Jiménez.

Falleció el 5 de agosto de 1971, y no el seis como se publicó en algún periódico.