Por
Ricardo García Blaya

uando tenía cinco años vivía en una casa de dos plantas en un barrio de casitas con parras y glicinas, donde el malvón reinaba en cientos de macetas. Los chicos del cincuenta nos íbamos a la cama temprano, después de comer. Yo tenía una radio en la mesita de luz y me dormía escuchando Radio El Mundo que transmitía El Glostora Tango Club, con la participación de la orquesta de Alfredo De Angelis y Radio Belgrano donde actuaba la orquesta de Héctor Varela. La elección de la emisora corría por cuenta de la empleada de casa, que nos acostaba y se quedaba un ratito, escuchando con mi hermano Carlos y yo. Ella estaba hechizada con los cantores de Varela. Así aprendí las letras de los tangos que estaban de moda: “Fumando espero”, “Fueron tres años”, “Historia de un amor”, “No me hablen de ella”, etcétera.

Este recuerdo llegó inevitable, cuando me propuse escribir esta semblanza del bandoneonista y director Héctor Varela, porque fue mi primer encuentro con el tango, el comienzo de mi gran amor por esta música maravillosa.

Nos dice Luis Adolfo Sierra en su libro Historia de la orquesta típica: «Héctor Varela, primer bandoneón y arreglador de la orquesta de Juan D'Arienzo, por espacio de diez años, se identificó con las corrientes de neta extracción tradicional, luciendo su orquesta, como mayor atractivo, la exactitud de una difícil realización técnica, en medio de la presurosa marcación rítmica que le es propia». Y agrega Jorge Palacio (Faruk): «Y es, ni más ni menos, lo que buscó Varela durante toda su trayectoria tanguera: lograr que con su orquesta se pudiera bailar».

Nació en Avellaneda, donde vivió toda su niñez y su juventud. Se recibió de contador pero nunca ejerció. Sus primeros estudios de bandoneón los realizó con maestros de su barrio, luego continuó en el conservatorio del maestro Eladio Blanco con quien tiempo después compartiría la fila de bandoneones de Juan D'Arienzo.

En 1929 integra la orquesta de Salvador Grupillo, con sólo 16 años. Después pasa a la orquesta que Alberto Gambino constituyó para actuar dentro del recordado programa radial Chispazos de Tradición. Luego integró el conjunto de acompañamiento de la cancionista Tita Merello en sus actuaciones personales y radiales.

Luego integró la orquesta de Juan D'Arienzo en las grabaciones para el sello Electra.

En 1935, es convocado por Enrique Santos Discépolo para ingresar a su formación que actuaba en Radio Municipal. Después, pasa a formar parte del conjunto que acompañaba a Libertad Lamarque en Radio Belgrano.

En 1939, arma su primer orquesta, se presenta en la radio, pero no llega a grabar. Tenía un estilo similar al de D'Arienzo, el preferido por los jóvenes bailarines, pero al poco tiempo es convocado por El Rey del Compás y la disuelve.

Es 1940, ya era un banoneonista consagrado, que compartía la formación con grandes músicos del tango: el violinista Cayetano Puglisi, el colega Carlos Lazzari y el pianista Fulvio Salamanca. Fue el primer bandoneón y arreglador de D'Arienzo durante los diez años que permaneció en su orquesta.

Continúa diciendo Faruk: «Fueron años plenos de éxitos por Radio El Mundo, en bailes de clubes, en inolvidables grabaciones, en el cabaret Chantecler, con el Príncipe Cubano, en las temporadas veraniegas uruguayas, cuando el público oriental colmaba las instalaciones del Hotel Casino Carrasco (en Montevideo), para gozar con las interpretaciones del gran maestro.»

Durante ese lapso, Varela compuso varios temas: “Mirame en la cara”, “Lilián”, “Si supiera que la extraño”, “Salí de perdedor”, “Chichipía”, “Don Alfonso”, “Te espero en Rodríguez Peña”, “Tres horas” y “Bien pulenta”, entre otros. D'Arienzo le grabó, en total, veinte obras suyas.

Abandona la orquesta en 1950, en el momento de mayor éxito, para formar de nuevo su propia agrupación. Palacio nos comenta que: «El público y la crítica esperaban entonces, el nacimiento de una nueva agrupación con el viejo estilo D'Arienzo; pero Varela sorprendió a casi todos, al presentar un ajustado conjunto de ritmo y sonido absolutamente personal.»

Varela arrancó con un éxito furibundo. En la radio estaba en los horarios centrales y fue contratado en el cabaret Chantecler. Su primera orquesta estaba integrada, entre otros, por el uruguayo César Zagnoli (piano), Antonio Marchese y Alberto San Miguel (bandoneones), Hugo Baralis y Mario Abramovich (violinistas). Las voces estaban a cargo de Armando Laborde y Rodolfo Lesica y el presentador era Jorge Fontana.

Sus primeras grabaciones fueron para el sello Pampa, en el año 1950, los tangos: “Tal para cual”, con Armando Laborde, “El flete”, “Un bailongo”, con Laborde y Lesica, “El rápido”, “Farolito viejo”, con Laborde, y “La trilla.

Cuando Armando Laborde se desvincula de la orquesta, deja su lugar a Argentino Ledesma y se inicia la época de mayor venta de sus placas, con su dúo de cantores.

«Por esa época Héctor Varela y su orquesta fueron contratados para realizar actuaciones en Río de Janeiro y otras ciudades de Brasil. De allí trajo algunas composiciones que él volcó en ritmo de tango: “Mi corazón es un violín”, “Historia de un amor”, “Risque”. Además estrenó un tango que bautizó con el nombre “Noches de Brasil”, en homenaje a ese viaje.» (Jorge Palacio)

También trabajó en el mítico Marabú, en los bailes de casi todos los clubes, y en el famoso programa radial Glostora Tango Club. Fue éste, sin duda, su momento de triunfo y popularidad.

La declinación del tango, en la década del '60, lo encuentra actuando en la televisión en el programa Grandes Valores del Tango que conducía Juan Carlos Thorry primero y Silvio Soldán después.

Héctor Varela fue un músico discutido por los vanguardistas pero amado por los amantes del baile y el tango popular. Considero que su mejor etapa artística fue la de los primeros años del '50, luego, al igual que su maestro D'Arienzo, la orquesta entró en una variante comercial, producto del impresionante éxito de venta de sus discos.