Francisco De Caro

Nombre real: De Caro, Francisco
Pianista y compositor
(23 marzo 1898 - 31 julio 1976)
Lugar de nacimiento:
Buenos Aires Argentina
Por
Gabriel Clausi

o que muestro aquí, no es una biografía sino que señalaré distintos rasgos y hechos, de los que fui testigo y actor junto a un gran amigo.

Al desvincularse varios músicos, entre ellos Pedro Laurenz de la orquesta de Julio De Caro, el maestro reorganizó la misma y me convocó para formar la línea de bandoneones junto a Carlos Marcucci, Félix Lipesker y Romualdo Marcucci. Yo venía de integrar pareja de bandoneones con Pedro Maffia en su prestigiosa orquesta.

Desde mi inclusión en el conjunto de Julio De Caro compartir el trabajo me aproximó a Francisco De Caro, músico a quien admiraba desde jovencito cuando los escuchaba a él y a Julio en el Select Lavalle, años 1928 o 1929.

Al incorporarme a la orquesta en 1934, nos conocíamos con Francisco aunque no teníamos mucho trato. Luego sí. Mi amistad con él se acentuó y lo quería como a un hermano. Más allá de la orquesta, nos visitábamos y teníamos mucho trato personal.

Ya dije de mi admiración por él y sé que Francisco sentía lo mismo por mi trabajo. El gran talento de Francisco De Caro se manifestaba ya a fines de los años '20. Era un pianista muy moderno, de una línea musical muy adelantada y como compositor, ni hablar. En 1927 o 1928 sacó el tango “Sueño azul (Pelona)” que fue algo de locura. En el 28, el tango “Flores negras”.

Francisco fue un adelantado para su época y una suerte de padre de numerosos pianistas que siguieron esa escuela. Ejemplos: Horacio Salgán, Carlitos García y otros quizá con algunas diferencias, pero que abrevaron en la maestría de Francisco De Caro. Estimo que hasta el año 50, tuvo una destacada actuación y marcó rumbos para las nuevas generaciones de músicos.

Fue un hombre muy humilde y sencillo. Aparte de sus estudios musicales, era un intuitivo. Un gran creador y notable pianista. Con esos valores se nace.

Siempre nos tuvimos un gran respeto. Cierta vez un señor Moles me comentó: «Fui a visitarlo a Francisco y en la conversación me dijo: Yo tengo un solo amigo que es Clausi, El Chula que tocaba el bandoneón con nosotros».

Alguna vez cuando yo enfermaba, enviaba al Dr. Iranzi, yerno de Julio De Caro, ahí Francisco aprovechaba para venirse con el médico.

Durante mi actuación con Pedro Maffia, años 30 o 31 grabamos el tango de Francisco “Páginas muertas” que cantaba Pedro Lauga, fue cuando los De Caro viajaron a Francia.

En una visita del maestro Fritz Kralsier para actuar en el Teatro Colón, quiso oír música nuestra. Ocurrió en el salón dorado del teatro y entre otros artistas, para el tango se eligió a la orquesta de Julio De Caro. Al ejecutar el tango de Francisco “Ideal” que cantó Pedro Lauga, Kraisler, por medio del intérprete, pidió que lo repitieran porque le había impactado esa obra. El famoso maestro aprobaba con aplausos reiterando: «¡Bravo!»

Aquí tengo que mencionar un hecho lamentable. En ocasión de una elección en SADAIC, hice oír mi protesta porque gente no muy calificada emitía un voto que valía por diez y Francisco De Caro ni figuraba. Ahí recibí el apoyo de García Jiménez y finalmente se le concedió al notable pianista, un voto. Todo un sacrificio.

En 1966, me habían hablado de un trabajo en Japón y decidí armar un sexteto convocando para los violines a Elvino Vardaro y Manlio Francia; en el contrabajo Francisco De Lorenzo; Pedro Maffia y yo en bandoneones y Francisco De Caro en piano. Vardarito estaba en Córdoba y le dijo entusiasmado a Maffia «voy por el Chula». Maffia no podía creer que Francisco pudiera unirse a nosotros. El conjunto no tenía nombre. Yo pensaba en uno que no personalizara en ninguno de nosotros de acuerdo con el prestigio que ya tenían los muchachos. Me encontré con Raúl Iglesias, pianista de Tanturi y me sugirió Los Seis de Oro no me pareció mal y a Maffia le gustó. Para ese tiempo, Pedrito Maffia enfermó y se veía muy desmejorado.

De cualquier modo, seguíamos con nuestros planes. Un día Maffia me entregó su último tango, “Heliótropo” diciéndome: «tomá, arreglalo, es un tango que se presta para unos buenos solos...» Él apreciaba mucho mi trabajo. Al poco tiempo falleció. Luego del sepelio yo salía del cementerio acompañado por Ciriaco Ortiz y le comenté lo del sexteto. Le pregunté si no tenía interés en cubrir la plaza de Maffia para el viaje a Japón y me contestó «¡Chula!, voy aunque me muera en el avión».

Más no pudo ser, Francisco De Caro quería que el sexteto se llamara De Caro-Clausi y yo pensaba que no era justo como ya expliqué. Debe quedar claro que no había de parte de Francisco ninguna mala voluntad hacia el resto de los músicos a quienes respetaba mucho. Lo que pasaba era que él quería encabezar, al menos por una vez, un conjunto y, al mismo tiempo, resaltar mi tarea y mi nombre. Eso hizo languidecer el proyecto hasta que decidí no seguir adelante.

Cuando Francisco De Caro enfermó, lo visitaba asiduamente a su casa o al Sanatorio Anchorena y su hermano Julio, me llamaba para enterarse del estado de salud de Francisco.

El día que falleció, ingresé a la sala y a él lo asistían con oxígeno. Estuve un rato y cuando me retiraba, me dijo por última vez, levantando un brazo: «Saludos a los tuyos, saludos a los tuyos...»

En los últimos tiempos de su vida, tuvo un empleo y atendía a la gente en el Ministerio de Trabajo que funcionaba en el edificio del Consejo Deliberante. Era una tarea que le habían asignado como cierta ayuda económica, seguramente debido a sus excelentes méritos artísticos. Fue algo muy merecido.

Entre mis más caros recuerdos, siempre estará el del querido, talentoso y respetado por la mayoría de los músicos sin excepción, Francisco De Caro.