Por
Néstor Pinsón

s poco lo que se puede rastrear de la vida de este excelente cantor, más allá de su época sobresaliente con la orquesta de Francisco Lomuto.

Su fuerte personalidad, su cálida voz de barítono con matices atenorados y su fraseo, hicieron de él un cantor diferente, especial, hoy increíblemente olvidado pero, por suerte, existen muchísimas grabaciones para escuchar y valorar su gran calidad.

Fue uno de los tres estribillistas Díaz que actuaron contemporáneamente. Los otros dos eran Roberto y Luis. Entre los aficionados del tango, es mayoría la opinión, que de los tres Díaz fue el mejor.

Fue el cantor emblema en la orquesta de Lomuto, junto con Jorge Omar, y el que más temas grabó con ella.

Recurriendo a notas periodísticas que, a lo largo de los años, se le hicieron, se llega a la conclusión, y esto en sentido irónico, que lo más importante fue haber sido nieto del general uruguayo César Díaz, quien junto al General Urquiza combatió a Juan Manuel de Rosas en Caseros.

Gracias a una reciente publicación de la revista Córdoba Tango, el periodista y amigo del cantor, José Pedernera, aclara lo que siempre se brindó en forma equivocada: el año y lugar de su nacimiento. Hasta entonces se decía que había sido en 1905 en la ciudad de Río Cuarto, provincia de Córdoba, cuando en realidad ocurrió en 1903 y en Buenos Aires. También afirma que el año 1981 fue el año de su muerte, con la partida de defunción en su poder.

Su padre era empleado de Correos y en virtud de su trabajo cambiaba frecuentemente de domicilio, así fue que su hijo pasó parte de su infancia en Río Cuarto y también en la provincia de Buenos Aires, en la ciudad de Ayacucho.

Para el disco, salvo sus últimas grabaciones, fue siempre estribillista. El coleccionista e investigador Oscar Zucchi nos comenta: «Por su bien timbrada voz y su dinámico fraseo, se ubicó prontamente entre los mas cotizados chanssoniers de los años treinta, estando lo primordial de su carrera íntimamente ligada a su exitosa y dilatada permanencia junto a Pancho Lomuto».

Es posible, que su vocación musical se haya originado en su casa, escuchando a su madre tocar el piano. También pudo suceder, porque era frecuente que su padre lo llevara a las presentaciones de cantores y payadores. Lo cierto es, que todavía adolescente, y ya con su familia radicada en Buenos Aires, estudió piano en un conservatorio y formó un dúo vocal con un amigo, que no tuvo ninguna trascendencia, pero la llama ya estaba encendida.

Su debut profesional podría situarse entre 1927 y 1928 en el Teatro Opera, formando parte del conjunto criollo de Arturo Grecco, quien ofrecía obras de tono gauchesco y dentro de ese género, clásicos como Juan Moreira o Juan Cuello. También fue uno de los tantos que actuó, acompañado por guitarras, en Radio Nacional, luego rebautizada Radio Belgrano, cuando pasa a poder de Samuel Yankelevich.

Realizó giras por el interior del país, actuó como solista en Radio París y el 31 de octubre de 1930 llega por primera vez al disco con el conjunto de Juan Maglio, grabando el tango “No tenés perdón de Dios”, de Carlos Massina y Enrique Sáenz. En el acople se grabó el vals de Juan Mercorelli “Celia [b]”, que en algunas discografías le adjudican su grabación, pero es incorrecto, el que canta es el ignoto Roberto Basso quien, también con Maglio y en la misma fecha, registra la ranchera de Humberto Castiglioni “Metanle duro y parejo”.

El 10 de enero de 1931 marca su paso por el Sexteto de Carlos Di Sarli con dos registros, los tangos: “Que Dios la perdone”, de Manuel Flores y Celedonio Flores y “Cachivache”, de C.L.Gallardo y Acosta Lara.

Luego se vinculó con Alberto Acuña y forman un dúo vocal que duró poco tiempo, ya que ambos interesaron a Francisco Lomuto que de inmediato los contrató para su orquesta y los lleva al disco el 27 de agosto de 1931, registrando siete temas, destacándose el tango “Muñequita”, el vals “A su memoria” y también “El aguacero (Canción de la Pampa)”.

De los 180 y pico de temas que Fernando Díaz llevó al disco, unos 170 fueron para la orquesta de Lomuto, entre ellos los más notables fueron a mi gusto, “El irresistible”, de Lorenzo Logatti con letra de Carlos Pesce, “Aquel nocturno” del bandoneonista Daniel Alvarez, “Danza maligna”, del pianista Fernando Randle y del abogado Carlos Attwell Ocantos o Claudio Frollo, su seudónimo, y “Rencor”, de Charlo y Amadori. También de Daniel Alvarez el tan melódico “Como se muere de amor” y la curiosidad de “Bibelot”, de Francisco De Caro y Mario César Gomila que no grabara la orquesta de Julio De Caro.

Con Lomuto tuvo dos etapas, la primera finalizó a fines de diciembre de 1935 y la segunda se extendió desde el mes de abril de 1939 hasta los primeros días de 1943.

Participó en algunas de las comedias musicales que presentaba Lomuto, al estilo de Canaro, en teatros de nuestra ciudad: La vuelta de Miss París, en el Smart (después Blanca Podestá), donde Díaz estrena el tango “Aunque parezca mentira”. También en el Smart, la comedia Descanso dominical, allí estrena “La canción del deporte” y el tango “Si soy así”. Otra comedia con su presencia fue Su majestad el tango. Todas las nombradas con argumento de Antonio Botta. Y las canciones citadas, todas fueron llevadas al disco de inmediato.

En radio, junto a la orquesta, participó en una temporada donde acompañaban al actor Enrique Muiño quien interpretaba un personaje humorístico: Ceferino Siempreviva, el Marqués del Gran Boleto, y como consecuencia se estrena el tango “Ceferino”.

Durante el intervalo, entre una y otra etapa con Lomuto, fue cantor solista acompañado por guitarras, en este caso las comandadas por Roberto Grela. Y fue durante una gira que el eximio guitarrista le entrega la letra que para su melodía había compuesto Francisco Gorrindo. Pocos días más tarde, estrenó el tema en radio Belgrano y comenzó a gestarse un clásico: “Las cuarenta”.

En 1940, tiene un breve paso por la orquesta de Juan Canaro, su compañero era el cantor Alberto Tagle.

Lomuto nunca le impidió otras posibilidades, así fue que en el año 1932 engrosó la larga lista de vocalistas que pasaron por la Orquesta Típica Victor. El 2 de septiembre de ese año registró “El beso de Manuelita”, de Maciel y Blomberg y “Humillación [b]”, del pianista Pedro Vergez y Héctor Gagliardi. También grabó acompañado por por José Canet: “La pampita”, de Alfredo Pelaia y “Sandía calada”, de Enrique Rodríguez y Máximo Orsi.

Incursionó en el jazz con la banda de Adolfo Carabelli. Ello ocurrió en 1934 cuando llevó al disco el fox trot “Florida de seis a ocho” y el pasodoble “Soy de Andalucía”. Con guitarras también grabó el bambuco colombiano de Genaro Veiga, “Mi hermosa colombiana”, el tango “Serpentinas de esperanza”, de José Canet y Afner Gatti y “Noches de trópico”, de José Rodríguez y Enrique Baudino.

A su discografía debemos agregar su paso por la jazz de Eddie Kay, (nombre artístico de Edmundo Tulli), con el vals “Noche de boda”, de Pablo Osvaldo Valle.

Con su compañero de varios años, Jorge Omar, formaron por poco tiempo una orquesta llamada Los Diablos Rojos, cuya dirección musical ofrecieron al maestro Vicente Saturnini. Actuaron en Radio El Mundo, hicieron una gira por varias provincias y hasta allí llegaron.

Cuando terminó su segundo ciclo con Francisco Lomuto, Fernando se estableció en la provincia de Córdoba, donde los ánimos artísticos se fueron diluyendo rápidamente. Se retiró muy joven e incursionó en otros quehaceres hasta el día de su jubilación.