Alfredo Belusi

Nombre real: Beluschi, Alfredo
Cantor
(10 enero 1925 - 1 enero 2001)
Lugar de nacimiento:
Quirquinchos (Santa Fe) Argentina
Por
Néstor Pinsón

enía la pinta de un malevo imaginado por Jorge Luis Borges. La de un compadre de los viejos tiempos, de aquellos que solían transitar entre el campo y los arrabales de la ciudad, silenciosos y distantes, que solamente respondían ante una provocación. Aunque el suyo fue un caso particular, sólo el tango lo llevaba a la acción. Y fue el más violento de todos, porque los títulos que engrosaron su repertorio fueron desafíos que confrontó hasta sangrar, todos elegidos para tal efecto, salvo algunas licencias como para aliviar tensiones.

Si cantores recios hay que nombrar, ninguno como él. A su estampa hay que agregarle la voz grave, verdaderamente aguardentosa, el remarcar las erres como con bronca y sacudir los puños en los momentos más dramáticos. Siempre se transformó en el personaje de la historia padeciendo sus sufrimientos. Se posesionaba tanto que más de una vez se lo vio con los ojos a punto de quebrarse en lágrimas.

Tuvo varias temporadas en el recordado El Rincón de los Artistas, de la esquina de Álvarez Jonte y Boyacá. Allí un grupo de amigos lo vimos varias veces. Llegaba cuando ya varios colegas habían hecho su presentación. Le servían un whisky con hielo y mientras lo revolvía con un dedo esperaba su turno detrás del mostrador. Cantaba y después charlaba con algún conocido. De tanto vernos, una noche se sentó a nuestra mesa. La charla se prolongó y me quedé con el recuerdo de una confidencia. Vivía con la vieja, con su mamá, y los días de actuación, ya desde temprano preparaba su empilche planchándose la camisa blanca y el pantalón.

El desenlace de su vida fue largo, aunque él no lo supo. A mediados del mes de noviembre del año 2000 concurre a ver a su hermana gravemente enferma. El impacto emotivo agrede su organismo y sorpresivamente pierde el conocimiento. En el hospital Penna lo operan de una trombosis cerebral, fue el día 17 del mes citado. Sobrevivió sin cambios hasta el primero de enero del nuevo año. Han relatado que todo ese tiempo permaneció como NN, días después de su fallecimiento, un grupo de amigos pudo encontrarlo y develaron su identidad.

«Trabajé bastante con él, era un tipo excelente.», me comentó el músico Osvaldo Requena; «En una época seguíamos el itinerario de las carreras de turismo de carretera por las distintas ciudades del país. El público que concurría era numeroso, copaban el lugar y las noches de viernes y sábados estaban aseguradas. Su estilo gustaba mucho. Lo acompañaba junto a Juan Carlos Bera y Enrique Marcheto, piano, bandoneón y contrabajo. Le gustaban mucho las mujeres. Lo llamábamos Pampero. Había sido una ocurrencia de Hugo Baralis cuando eran compañeros en la orquesta de José Basso. En una gira lo vió dormir medio resoplando y con un mechón de pelo caído sobre su cara gaucha. Baralis Pensó en el caballito que montaba Patoruzito en la historieta, siempre brioso y con un penacho de la crin sobre la cara. En las grabaciones me llamó la atención la facilidad que tenía para entrar en tono, para encontrar de inmediato su tesitura natural y eso facilitaba mi arreglo. Era muy práctico pese a no tener casi ningún estudio de música, solamente oído.»

Nació en la localidad de Los Quirquinchos, provincia de Santa Fe. A los diecisiete años debutó en Rosario con el Cuarteto Los Ases dirigido por Leónidas Montero. Luego de tres años se incorporó a la orquesta de Raúl Bianchi. Pasaron varios años saliendo y regresando de permanentes giras por el centro y norte del país. De esta unión artística habría quedado un disco de prueba, un acetato, con el tango “Te presentí”, del mismo Bianchi y Mecha de los Santos.

En 1953, se integró al conjunto más importante de la ciudad, el de José Sala, con el que arribó por primera vez al disco y también a Buenos Aires. En varias conversaciones que mantuvimos, me dijo que con esta orquesta grabó catorce temas. Entre ellos y como contradeciendo su estilo, el dulce vals “Desde el alma”, de Rosita Melo y Homero Manzi.

De regreso a Rosario hizo una breve temporada con el conjunto de Francisco Plano en el Dancing Paradise, de la calle Mitre al 600, donde se lo anunciaba como: «La voz que triunfó en Buenos Aires».

Su huella quedó marcada en Buenos Aires y pronto es reclamado por José Basso; su cantor Floreal Ruiz fue el puente. Es el año 1956 y el debut fue en Radio Belgrano, en el mes de junio, cantando el tango “Recordándote”. Su registro de “De pura curda”, de Carlos Olmedo y Abel Aznar —un tango que parece hecho para Belusi—, es un verdadero clásico de nuestra música ciudadana. Cuatro años más tarde lo contrata Osvaldo Pugliese y pasa a ser compañero del cantor Jorge Maciel.

Con Pugliese grabaron, en el sello Philips, 17 temas, seis de ellos a dúo con Maciel. Sin dudas el tango “Bronca”, de Edmundo Rivero y Mario Battistella, es el más importante, por la expresividad y el sentimiento que le pone Alfredo.

En 1964, vive la segunda etapa con Basso, compartiendo el rubro con Héctor De Rosas y, un poco más tarde, con Carlos Rossi. Fueron a Japón y realizaron numerosas actuaciones. En 1967 registraron “Se tiran conmigo” de Ángel Díaz y Luis Díaz, el tango que más me gusta de Belusi.

Luego comenzó su carrera de solista. Cabe destacar su actuación en el año 1969, en el escenario de Caño 14, acompañado por un cuarteto dirigido por Héctor Stamponi.

La relación con Basso era muy buena y prueba de ello es que los muchachos de su orquesta, con Requena al piano, lo acompañaron en su primer disco larga duración, sin figurar los nombres de ellos en la etiqueta ni en la portada. Para sus dos discos siguientes tiene el marco de una orquesta dirigida por Osvaldo Requena. En sus últimas grabaciones es acompañado por la orquesta de Jorge Dragone.