ació en el barrio del Once de nuestra capital, su padre don José Santa Cruz combatió en el Paraguay, desempeñando posteriormente una jefatura en el Ferrocarril Oeste. Distraía sus ocios ejecutando música en un pequeño bandoneón que poseía. Domingo, niño aún, aprovechaba sus ausencias y extasiado tomaba el fuelle del que arrancaba fraseos dormilones.

En lo referente a estudios musicales, en verdad nunca los cursó. Bastáronle al respecto sensible vocación y afanosa voluntad.

A la edad de quince años sufrió una lesión de cuyos pormenores nos entera La Prensa (23 de mayo de 1900): «Empleado en el F.C.O. al pretender cerrar la puerta de un galpón, cae sobre él una gruesa barra de hierro, le fractura la pierna izquierda, sufriendo además lesiones en la cabeza y el rostro». Cierta cojera que afectó su marcha, determinó que se le apodase El Rengo.

Se inicia como compositor en 1904, dedicando al caudillo político Aparicio el tango “Unión Cívica”, llevado a la partitura por el autor de “Venus”, Alfredo Bevilacqua, pues Domingo ignoraba la escritura musical.

Transcribimos de La historia del tango (Héctor Bates y Luis Bates): «Allá por 1905 triunfa en los cafés más populares de Barracas y la Boca; recordemos el de Baldomero. Fue uno de los que primero se acercó al centro con el tango. Poseía una ejecución maravillosa, sorprendente digitación. Creador de las variaciones en el bandoneón».

Su hermano Juan, veterano pianista que le acompañó siempre, nos exhibe un curioso recibo que transcribimos textualmente: «Fábrica de guitarras, mandolines y otros instrumentos de cuerda de Francisco Núñez - Calle Cuyo 1620 - 28. Por un bandonión 71 voces recibí del Sr. Domingo Santa Cruz la suma de $ 180. 24 de septiembre de 1910».

Ese mismo año del Centenario actuó en el café La Morocha (Corrientes y Carril, esquina SO) el cuarteto compuesto por: Domingo Santa Cruz (bandoneón), Juan Santa Cruz (piano), Carlos Hernani Macchi (flauta) y Julio Orioli (violín).

En 1913, se presentaron en el café Atenas (Santa Fe y Canning). En tal oportunidad Alcides Palavecino (violín) reemplazó a Julio Orioli.

Gran cantidad de alumnos y hábiles bailarines concurrían a la popular academia que dirigían los hermanos Santa Cruz. El pintoresco impreso publicitario que transcribimos ilustrará con su expresivo texto al lector:

«Gran concurso de tango y vals que se efectuarán en los últimos tres días: 14, 15 y 16 de Julio de 1914 — De 10 á 12 P.M. En la famosa Academia de bailes populares Santa Cruz 1150 — Calle Gazcón — 1150. Se repartirán grandes premios, entre ellos un traje de medida valor de $ 50 que se confeccionará expresamente en la gran Sastrería de Pascual Altomonte é hijo, Corrientes 3615. La orquesta será dirigida por los profesores Domingo Santa Cruz y Juan Santa Cruz. Con un gran repertorio de tangos nuevos en las noches de concurso».

No efectuó labor grabada Domingo Santa Cruz; al respecto averiguamos que la empresa Tagini no logró satisfacer sus exigencias sobre el particular.

Consignemos un exitoso viaje del cuarteto a la vecina orilla. En 1916, durante un par de meses actuaron en el café Tupí Nambá de Montevideo los siguientes músicos: Domingo Santa Cruz y Manuel Firpo (bandoneones), Juan Santa Cruz (piano) y Luciano Ríos (guitarra).

Vínculos de amistad sincera unieron a los hermanos Santa Cruz con dos celebrados bandoneonistas. Uno de ellos el autor de “La payanca” y “Don Esteban”: Augusto Berto. El otro, dilecto discípulo de Domingo, era nada menos que Juan Maglio, el inolvidable Pacho, autor de “Armenonville”.

Joven aún, Domingo advirtió cierta declinación en su salud, aunque de hábitos moderados era gran fumador. Debió interrumpir tareas musicales y someterse al bisturí, aquejado de un tumor intestinal; posteriormente se internó en el hospital Tornú. De aquella época extractamos un comentario aparecido en Última Hora (Domingo 19 de julio de 1931):

«El afligente estado en que se halla el músico Domingo Santa Cruz ha determinado un gesto solidario en su favor. Durante ocho días actuarán gratuitamente por determinada emisora los siguientes artistas: Ignacio Corsini, Ruiz-Torres, Acuña-Díaz, Ada y Adhelma Falcón, Anita Palmero, Virginia Vera, Parada-Gómez-Vila, orquestas de Canaro, Julio De Caro (que el 23 llega de Europa), Francisco Lomuto, Ricardo Brignolo, Ernesto de la Cruz, Edgardo Donato, Rosario Granados, Juan Maglio...»

Actitud conmovedora puso de manifiesto la familia artística brindándose generosa en socorro del colega doliente.

Sobrevinieron complicaciones orgánicas en su estado, agravado por la bronconeumonía, falleciendo en el citado hospital la madrugada del 5 de agosto de 1931.

Su obra de compositor se halla expresada en los siguientes títulos: los tangos “Unión Cívica”, “Hernani”, “El viejo”, “Una deuda”, “Hogar deshecho”, “Pirovano”, “A mi zaino” y “La siesta del bohemio” (última obra que escribiera, colaborando en los versos Daniel López Barreto); las polcas: “Amelia” (hemos leído que su ejecución señalaba el comienzo del baile en la casa de María La Vasca, que aun se yergue en la calle Carlos Calvo casi esquina Jujuy), “Recuerdos” y “Evocación al pasado”; “La indiada” (estilo criollo) y “Los cazadores” (marcha).

Publicado en el libro: Evocación del tango, de Juan Silbido, Buenos Aires, 1964.