Por
Abel Palermo

ue un pianista con la escuela rítmica y tanguera de los grandes, de buen sentido orquestal, no obstante sus grandes condiciones de solista. Debutó a los 16 años en Radio Argentina y, durante 1940 hasta 1942, participó en la orquesta de Miguel Zabala (Zabalita), que tenía de cantor a Carlos Casares.

En 1943, fue convocado por Emilio Balcarce, para integrar la brillante orquesta que secundara en su debut como solista a Alberto Castillo. El 7 de diciembre de 1943, registraron para el sello discográfico Odeon el tango “Manoblanca” y el vals “Luna de arrabal”.

El binomio Castillo-Balcarce grabó 20 temas, siendo de gran importancia el trabajo realizado por Paz desde el piano y por Julio Ahumada como primer bandoneón.

Pero la etapa donde demostraría toda su capacidad musical se produciría entre los años 1945 y 1954, en la inolvidable orquesta Francini-Pontier integrada por los bandoneones de Ángel Domínguez, Nicolás Paracino, Juan Salamone; los violines de Pedro Samartino, Aquiles Aguilar y Mario Lalli; en cello, Adriano Fanelli y en el contrabajo Rafael del Bagno. Los directores Enrique Francini y Armando Pontier, también participaban en violín y bandoneón respectivamente, con los arreglos a cargo de Argentino Galván.

El 10 de noviembre de 1952, fue invitado por el sello Pampa a dirigir una orquesta para acompañar al cantor Alberto Podestá, en la grabación de los tangos “Alma de bohemio” y “En el olvido”, de Andrés Falgás con versos de José María Contursi.

A fines de 1955, la orquesta se disolvió y el tango sufrió la desaparición —según mi opinión—de una de las formaciones más importantes de su historia. A partir de allí, cada uno de los directores formó la propia y el 3 de noviembre de 1955, Francini con su orquesta graba para el sello RCA-Victor el instrumental de Eduardo ArolasLa trilla” y con la voz de Podestá, “Petit salón”, de Vicente Demarco y Silvio Marinucci, siendo Paz el responsable del piano y los arreglos, con la participación de músicos de notable jerarquía: Julio Ahumada, Alfredo Marcucci, Marcelo Yopolo, Víctor Lavallén, Dino Saluzzi, en bandoneones; Francini, José Amatriain, Emilio González, Enrique Rodríguez, Mauricio Marcelli y Alfredo Terré, en violines; José Bragato en cello y en el contrabajo Rafael del Bagno. Resultan excelentes sus arreglos en los temas cantados por Roberto Rufino: “Melodía oriental” y “Espérame en el cielo”.

A mediados de 1959, se disolvió la orquesta y nuestro pianista es nuevamente convocado por el sello Pampa, esta vez, para dirigir la orquesta acompañante de las grabaciones de la cancionista Elsa Rivas.

Dos años después, se incorporó, en su doble función de pianista y arreglador, a la orquesta de Joaquín Do Reyes. En 1962, suplió en forma temporaria al maestro Horacio Salgán en el Quinteto Real.

En 1963, se incorpora a la orquesta estable de Radio Splendid con la dirección del maestro Ángel Domínguez. Luego, dirigió durante bastante tiempo el acompañamiento del cantor Miguel Montero.

En 1968, actuó en el café-concert La Calle, con un cuarteto integrado por el bandoneonista Antonio Marchese, el guitarrista Héctor Davis y Pablo Piazza en el bajo.

No fue un compositor de grandes éxitos pero si de buenas obras: la más conocida “A mí no me hablen de tango”, con versos de José María Contursi; “No matarás”, con Eugenio Majul; “Los días pasarán”, con Carlos Bahr; “Calesita de barrio” y el vals “Cerraste los ojos (Y yo te besé)”, con José Otero y los instrumentales “A pedido” y la milonga “Tamborilera”.

Lamentablemente, a los 49 años, un síncope cardíaco cuando se encontraba trabajando en la temporada veraniega en la ciudad de Mar del Plata, nos llevó a este gran amigazo, querido y admirado por todos los compañeros músicos y los que tuvimos la suerte de conocerlo.