Por
Abel Palermo

ació en el barrio porteño de San Cristóbal, hijo de Jacinto Patti y Antonia Camargo.

En el año 1923, hizo su debut en el espectáculo como actor, en el Teatro Smart, en la compañía de Pisano, cuya primera actriz era Antonia Volpe.

Fue desarrollando la actuación y el canto en forma simultánea, hasta que, en 1937, fue convocado por el bandoneonista y director Enrique Rodríguez, debutando en los bailes de carnaval que se realizaron en el club River Plate.

El binomio Rodríquez-Flores logró, durante los cuatro años que permanecieron juntos, convertirse en un gran suceso, tanto por la convocatoria de sus presentaciones como también por el éxito comercial de sus discos.

La orquesta no sólo hacía tango, además interpretaban un repertorio en el que incluían otros ritmos muy en boga, como el fox-trot, la rumba, el pasodoble.

Debutaron en el disco en el sello Odeon con los temas “Anita Lizana” (foxtrot) e “Ilusión” (vals) —ambos de Víctor Acosta—, que tuvieron una importante acogida y un récord de ventas en Chile. Luego, registraron “La calesita se destrozó” (foxtrot de Cliff Friend y Dave Franklin, versión de Santiago Adamini), “Ritmo de juventud” (de Enrique Rodríguez e Ivo Pelay), “Mi muñequita”, de Rodríguez y Alfredo Bigeschi, el único con ritmo de tango y “Clavelito en flor” (de Enrique Rodríguez y José Casais).

En 1939, año de su consagración, El Chato registró el tema que lo acompañaría toda su carrera: “Tengo mil novias”, que también fuera grabado por Francisco Canaro con su cantor Francisco Amor y por Francisco Lomuto con Jorge Omar. Pero el éxito discográfico fue para Flores, quien inmediatamente impuso otros dos temas: el fox-trot “Amor en Budapest” y el vals “Salud dinero y amor”. Estos tres registros lo catapultaron definitivamente en el gusto popular. Pero para no cometer una injusticia, quiero rescatar una perla de su repertorio: el tango “Son cosas del bandoneón”.

En su paso por la formación, entre 1937 y 1939, El Chato dejó registrados treinta y cinco temas sobre treinta y seis que grabó la orquesta. Esto demuestra la trascendencia alcanzada por el cantor, a tal punto, que despertó el interés de los directivos de la Victor, que hicieron lo imposible para convencerlo de que se haga solista. En 1940, ya desvinculado de Rodríguez, ingresa como estrella en ese sello. Su lugar fue cubierto por Armando Moreno.

Debutó en su nueva condición de solista en Radio Belgrano. En la compañía Victor grabó cuatro títulos: “Sonia”, “Puerto de Santa María” (pasodoble de Florián Rey y Juan Mostazo), “El vals de las gorditas” (de Oscar Rubens) y el tango “Nunca es tarde”, luego partió a una extensa gira por el interior del país, visitando Uruguay y Chile.

Al regresar, se incorpora a Radio Argentina, compartiendo la cartelera con dos importantes cantores, Oscar Alonso y Héctor Palacios y con dos consagradas figuras femeninas, Azucena Maizani y Dorita Davis.

En 1942, participó en la película Gran Pensión La Alegría y, al año siguiente, grabó su último disco con la Victor con dos obras de su autoría: “Porque te supe querer” y “Tristeza marina”. Este último tema tuvo una gran repercusión y fue grabado por otros intérpretes tales como: Roberto Rufino con Carlos Di Sarli, Libertad Lamarque, Eduardo Adrián con Canaro, Alfredo Rojas con José García y sus Zorros Grises.

Hasta fines de la década del cuarenta, mantuvo su popularidad con actuaciones en distintas emisoras y en las confiterías Marzotto y Nacional.

En 1951, realizó una gira por todo el país destacándose su prolongada actuación en la Radio LT2 de la Ciudad de Rosario.

En agosto de 1955, recorrió las provincias cuyanas —San Luis, San Juan y Mendoza—, junto a su amigo Francisco Fiorentino. La última actuación la realizaron el 10 de septiembre en un pueblito mendocino, Tres Árboles, luego de finalizada la misma, ambos cantores emprendieron el regreso hacia la ciudad de Mendoza y se equivocaron de ruta. El episodio terminó en tragedia, en un camino de tierra y en medio de la noche, se cayeron en una acequia y Fiore fue despedido del automóvil y cayó desvanecido con la cara para abajo, en un charco de agua. Cuando ingresó en el hospital de la zona, se comprobó que se había ahogado. Esta desgracia afectó mucho al Chato.

Al año siguiente, motivado por su entrañable amigo el cantor Antonio Maida, se presentó en Radio Belgrano junto a la cancionista Rosita Lavalle, en el programa Los Ases.

En 1958, volvió a esa misma radio, en un ciclo acompañado por la orquesta estable de la emisora dirigida por Leopoldo Federico.

Sus últimas actuaciones fueron realizadas en Radio del Pueblo, acompañado por el sexteto dirigido por el pianista Miguel Nijensohn, quien también lo secundó en la grabación de un LP para el sello Magenta. A los sesenta años decidió abandonar la actividad. No obstante, según nos informa nuestro amigo Roberto Uribe desde Colombia, a principios de los años 70, El Chato se instaló en Medellín, allí contrajo matrimonio con una dama de apellido Madrid, la cual aún vive y cantó, durante algún tiempo en el local nocturno El Alcázar, ubicado en el barrio Belén, ya desaparecido.