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Héctor Gagliardi
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Más vivo y calculador
que toda la clase junta,
no prestaba el sacapuntas
sino a cambio de un favor.
Lo nombramos tasador
en la compra de baleros,
porque el padre era mueblero
y el hermano lustrador.
Nunca lo pude pescar
en algo que no sabía,
porque adentro lo tenía
el deseo de triunfar.
Y lo veía estudiar
sentado en la mueblería,
sin oír la gritería
de nosotros al jugar.
Era el que siempre tenía
más flamantes las bolitas
y en tiempos de figuritas
la “difícil” conseguía.
Y en los recreos corría
no con afán de jugar,
sino por querer cambiar
lo que a él le convenía.
En los partidos rogaba
que lo pusieran de “wing”,
pero estudiaba el violín
y en lo mejor nos dejaba.
Y escrupuloso limpiaba
aquel estuche arruinado,
que en el arco había quedado
con la ropa amontonada.
Estando en quinto cayó
muy enfermo gravemente,
con médico diariamente
por un estirón que dio.
Cuando la madre me vio
que lo iba a visitar,
me empezó a acariciar
y en silencio lagrimeó.
Lo encontré más consumido,
la nariz muy afilada
cada vez que respiraba
se le escapaba un gemido.
Estaba como dormido...
un ratito lo miré
y temblando lo toqué
y me fui sin hacer ruido.
Me dio ganas de llorar,
verlo tan mal al “Rusito”,
caminando despacito
me quería serenar
y me detuve a pensar
que los celos que sentía
por todo lo que el sabía
los tenía que olvidar.
Entonces, el otro “yo”,
ese que hay aquí adentro,
que llaman remordimiento
en la puerta me frenó.
Y, aunque nadie me entendió,
volví en puntas de pie,
en la frente lo besé
y el “Rusito” me sonrió.
Salí de la mueblería
como si fuera vacío,
un algo que daba frío
vergüenza... yo no sabía.
La gente iba y venía
y hasta alguno me empujó,
pero yo pensaba en Dios
y en mi amigo que se iba.
Pasó el tiempo, se curó,
volvió a ser el primero
y fuimos tan compañeros
como nadie imaginó.
El soñaba ser Doctor,
ver la chapa lustradita
y yo en ser como Ochoíta,
¡aquel “crack” gambeteador!
La vida nos fue llevando
por caminos diferentes...
“El Rusito”, tenazmente,
llegó a médico luchando
y yo, sigo soñando.
Pienso en él, la mueblería,
y otra vez como aquel día...
ya me ven... estoy llorando.
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