Hombre y bandoneón

Sobre el regazo de tu oscuro pantalón,
como un abrazo que suspira la pasión
ondea el bandoneón
y bate aliento de tanguero corazón, haciéndote vibrar.

En cada nota, un universo de ilusión
bebe el compás embriagador de la canción;
tus manos, tu emoción
le van marcando ese murmullo rezongón.

Hombre y bandoneón:
leyenda donde anidan los intentos
dispuestos a viajar...
Intima reunión con la alegría
que remonta el alma mía
cuando escucho su pregón.
Hombre y bandoneón:
tremenda comunión de sentimientos
unidos al volar...
Son una nostalgia hecha semilla
que humedece mi mejilla
cuando escucho su aletear.

Bailan tus dedos, ciegos duendes y al bailar
le van soplando un pentagrama a la ciudad;
tranvía en libertad
que vuelve terco, con su eterna brevedad, temblando al afinar.

Viento porteño, botonera en carne y piel,
tus rinconeras se asemejan a las de él:
quimera y soledad
van transpirando sones de tango y amistad.

A Carlos Pazo.