Maldita visión

Tango

Tangotexte: José César Barros

Por qué vieron mis ojos
aquellos labios rojos,
aquella tierna y blanca flor,
aquel su dulce rostro encantador
que brilló en mi vida
como la luz del día
y que a mi alma al despertar
un loco amor le hizo anhelar.

Di por qué,
Dios, tú que todo lo sabes
fue su maldita y cruel visión
la que a mi alma llenó de pasión.
Di por qué
a ella mostraste,
por qué tú en vano me has hecho soñar
si es que no me la pensabas dar.

Un erial fue mi vida
desde aquel triste día
que a mis ojos se mostró
aquella que mi alma suya soñó.
Pues de otro ya era
y así la quimera
que el alma mía forjó
tal como un sueño nada duró.


Versión grabada por Carlos Gardel:

Donde quiera que vaya
y aunque corran los años,
tendré siempre la cruel visión
de aquella noche de mi decepción,
en que vi a la ingrata
muy feliz en los brazos
del amigo de juventud
que ha traicionado todo mi amor.

Los dejé, dichosos, en su ignominia,
dando en silencio mi llorado adiós,
a la mujer que fuera mi ilusión.
Y hoy, sin fe, ni rumbo para mi vida,
soy un mártir de la cruel visión
que ha torturado mi corazón.

Para mí no hay más dicha,
esperanzas ni halagos,
ya que todo mi amor se fue
prófugamente en aquella mujer,
que de mis alegrías
hizo penas y llantos,
agobiantes como la sed
cuando recuerdo a mi buen querer.