Los tres silencios

Tango

Tangotexte: Enrique Martín

Un cielo de trasnoche
y el gesto resignado,
un cuarto de botella y dos pocillos más.
El hombre traicionado (la esposa traicionada)
tragó cada minuto
mordiendo su sospecha con gusto a realidad.

De pronto se lo dijo
con la mirada ausente,
los codos desafiantes encima del mantel.
Las tres verdades secas
saltaron desde el pecho,
los puentes de la duda y el frío de la piel.

Ella supuso que él ya sabía,
y solo el modo le sorprendió.
Las confidencias, los adjetivos,
las ironías y la intención.
El tono bajo la voz pausada,
y el pulso firme para lanzar:
las tres palabras, los tres silencios,
el día, el nombre y ese lugar.

Buscó en algún pasado
un rastro de ternura,
y halló una risa fácil,
de torpe vanidad.
Un juramento falso,
la alianza de los dedos.
Dos hijos, una vida, la hora de gritar.

De pronto se lo dijo
así como una flecha,
un tiro en la penumbra, un rayo y un temblor.
En el momento justo, disimuladamente,
el río de la boca sin odio, lo escupió.


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