Bucles

Fileteado en el cabello se adivina el atropello
de mechones que chapean con la crema y el shampoo,
de raíces que sostienen tantas curvas sin retenes
que sufrieron, luego, amaron y partieron por el sur.

Si el destino de algún bucle es la boca que lo escupe
cuando aclara el carraspeo de atragante en la pasión,
no es acaso sigiloso el escarceo
y es burlón el balanceo de mi pelo sin albur.

Y cuando el fruto prende de una horquilla,
siento en la nuca el cosquilleo
vos te me quedás mirando en el subte
desde un asiento de atrás.
Apuro el paso entrando en Catedral,
con la pollea te merodeo.
Curioso va mi pelo enredado
en tu sonrisa, azul de ventanal.

Zigzagueando en las alturas, erizado de corduras
nos topamos, muy urbanos, una tarde de humedad.
No es lo mismo ensortijado que en tus manos empapados
al haberse descarriado entre dedos de ansiedad.

Si el festejo de unos rizos es entregarse sumisos
en señal de independencia sin perder su libertad.
No es acaso insolencia irreverente de un mechón desobediente
a tu lacio de impiedad.