u padre, Ciriaco Ortiz (padre), fallecido en 1942 dejando algunas composiciones como el popular vals “Viaje a Argüello”, le enseñó bandoneón, igual que a otros dos hermanos, allá en su Córdoba natal pero su habilidad lo llevó lejos pues su fama de ejecutante rebasó las latitudes lugareñas.

En 1923 el pianista Nicolás Vaccaro, que había actuado en la capital cordobesa, lo lleva a Buenos Aires alojándolo en su propia casa y, como ya era un gran bandoneonista a pesar de su juventud, no le fue difícil abrirse paso en un ambiente erizado de grandes ejecutantes.

Como Vaccaro actuaba junto a Juan Carlos Bazán desde hacía tiempo, le hace integrar la orquesta de éste para debutar ese año en el Club Pueyrredón de Mar del Plata. Junto a esos populares músicos actúa en numerosos locales y vuelve a Córdoba para inaugurar el lujoso Café Richmond.

En 1925 integró la orquesta Victor y formó un conjunto para amenizar las funciones del Cine Gaumont. Con el tiempo pasa por las típicas Vardaro-Pugliese, Francisco Canaro y Julio De Caro, entre otras menos conocidas.

Formó el trío criollo de su nombre con el que grabó en la marca Victor y actuó por radiotelefonía, muy especialmente por la Radio El Mundo, donde actuara también con orquesta típica. Con su trío secundó las últimas grabaciones de Rosita Quiroga y también a Ignacio Corsini, Hugo Del Carril y otros.

Integró Los 5 Ases, con Sebastián Piana, Carlos Marcucci, Pedro Laurenz y Pedro Maffia por 1934.

Realizó varias giras por el interior, una acompañando a la cancionista Susy del Carril. Actuó en famosos cabarets, hizo un ciclo radiofónico de piano y bandoneón con Lucio Demare; con Edmundo Zaldívar tocó en Mar del Plata y al morir estaba en la cartelera de El Viejo Almacén de San Telmo.

Su carrera fue límpida en todo concepto y uno de los más celebrados bandoneonistas que se recuerdan, por no decir que fue el mejor.

Como compositor dio muestras de grandes cualidades en innumerables páginas de distintos matices, pero siempre dentro de la música criolla aunque su primera obra haya sido un pasodoble, “Rebeca”, del año 1923.

Con la colaboración poética de Celedonio Flores, Enrique Cadícamo, Armando Tagini, Lito Bayardo, Eugenio Cárdenas y otros buenos, dio al consenso público “Soledad [b]” (vals), “Atenti pebeta” (su página más popular), “Rica tipa”, “Bajo fondo [b]”, “Todos lloraban”, “Te condeno a vivir”, “Siempre”, “¿Lloras?”, “Cosas de la vida”, “Lobo [b]”, “Corazón [b]”, “Tardecita gris”, “Calles viejas”, “Nena”, “Sueños” (tangos, los dos últimos grabados por Carlos Gardel), son sin duda sus composiciones más festejadas, además de gran cantidad de rancheras, zambas, valses, gatos, etc.

A Carlos Gardel lo conoció, siendo casi un niño aún, cuando con Razzano acudía a su casa para visitar a su padre, de quien era amigo, y se deleitaba escucharlo ejecutar el bandoneón, cuando en gira llegaba a la ciudad de Córdoba; en cada llegada a la Docta era visita obligada la casa de los Ortiz.

Luego la vida artística lo unió al cantor innumerables veces y le tocó acompañarlo en aquellas grabaciones que realizó con la orquesta de Francisco Canaro, al igual que en los cortos de su primera película, “Viejo smoking”, pues era primer bandoneonista de ese conjunto por ese tiempo.

A raíz del viaje que lo llevaría al extranjero por última vez, se homenajeó a Gardel en el stud de Francisco Maschio con un grandioso asado donde se hicieron presentes muchas figuras del ambiente artístico de Buenos Aires; él llegó tarde debido a que ese mismo día actuó en la Plata, recibiéndolo Carlitos con una protesta: «¡Pero che...! Qué poco te interesan los amigos...»

Aunque un cordero en el asador lo esperaba ex profeso por orden del cantor sabiendo que llegaría.

Ortiz nació en Córdoba (ciudad) el 5 de agosto de 1905 y falleció en Buenos Aires el 9 de julio de 1970.