No aumentes, cantinero, mi tristeza
y dejame beber un poco más;
no tengo tanto alcohol en la cabeza,
puedo ver y hasta cantar.
¿No ves, igual que yo, por la ventana
un pueblo, una muchacha y un adiós?
Yo traje la esperanza de un mañana
pero allá quedaba el sueño de los dos.
Quiero, mientras levanto mi copa,
quiero, por su cariño brindar;
quiero, apretando en mi pecho el rencor,
quiero por ella cantar…
No puedo más… necesito
gritar con toda mi voz:
¡Este destino maldito,
mil veces maldito
destino de los dos!
No tuve mucha suerte, cantinero,
la vida me golpeó sin compasión;
luché contra un destino traicionero
y perdí toda ilusión.
Yo nada puedo hacer y ella me espera…
¿Comprendes, cantinero, mi dolor?
¡Qué importa como viva o como muera!
¡Me da igual, sin mi muchacha y sin su amor!