Esperando el 24 pasaré la vida entera,
esperando el 24 perderé mi juventud.
Me dirá el colectivero:
"Ay m’hijita si pudiera
encontrar una pebeta con paciencia como vos:
paradita en la parada,
silenciosa y pensativa,
con la vista muy alerta,
y en el bolso un bandoneón
que llegados a destino
nos devolviera en mil notas
lo que la espera y el yugo,
nos fue robando a los dos."
Cuando venga yo me mando derechito para el fondo
pidiendo muchos permisos y alentando la ilusión
de una gira por Europa, acomodo con cuidado mi buen fueye camuflado bajo un brazo protector.
Los preludios lo decían:
"Todo llega, todo arriba,
a ese término ignorado que la suerte reservó"…
al viajero reflexivo
de un pasaje colectivo
que prohija la esperanza
del que tiene una pasión.
Hay un timbre que preanuncia el final de mi periplo, una puerta que promete y mi fueye rezongón
baja fiel la escalinata de esta vida que nos mata
con esperas que nos aran despacito el corazón.