Miro pasar la vida y sus encantos,
y ya no tengo ninguna ilusión,
yo sólo miro tan sólo cosas negras;
negra es la noche de mi corazón.
Ese querer, tan hondo y arraigado,
que no lo puedo de mi alma separar,
ésa es la sola causa de todos mis quebrantos,
ésa es la sola causa de todo mi pesar.
Jugóme una negra traición,
a otro querer se entregó,
tan negra tenía, su alma de hiel
que toda mi vida, por siempre manchó.
Su amor fue un infierno voraz,
quemó la ilusión de mi ayer,
que negro destino, que triste camino,
que abismo se abre a mis pies.
En un café, de céntrica avenida,
bailaba el tango, suspirando amor;
era de negro como ella se vestía,
y resaltaba más su perdición.
¡Oh!, negra vida, cómo te detesto,
tú eres la causa de todo su baldón
porque tú le pusiste el oro en abundancia
para que se pintara de negro el corazón.