Plegaria a mi ciudad

Hay un hueco en el silencio de mis manos,
una angustia trasnochada que amordaza mis ojeras
cuando escucho en la penumbra de mis barrios,
el silbido milonguero, el que espera y desespera.

Esa espera que atormenta la vigilia,
de los sórdidos fantasmas suburbanos,
silba un tango que conoce de tus sombras
y se cansa de llamarte siempre en vano.

(estribillo)
Ciudad te pido, que no olvides mi canción
tangueame el alma, porque quiero ser tu voz;
una canción, una plegaria
que me libre de ser paria
entre tus ríos de veredas y balcón.
Ciudad, tirame si querés al devenir
de la vorágine imposible de vivir,
pero no ignores este ruego
ya no quiero ser el ciego
que al no hallarte, siente ganas de morir.

En los últimos presagios de la noche,
son mis pasos los que vagan entre el humo, confundidos
y tan sólo me rescata de mi muerte
cada luna, cada nido, de tus calles sin olvido.

Y si el ansia de soñar nunca es bastante,
vos abrime las heridas de mi anhelo.
Resurgime con tu amor de golondrina,
con tu antigua redención de tango en celo.

Ciudad te pido...