Muchachos, háganme caso;
les habla quien lo ha pasado:
el amor da para todo...
menos para ir al mercado.
Procuren vivir la vida
antes de estar jubilados
que, cuando no tengan dientes,
¿para qué quieren asado?
Yo quiero ser
Juan Palomo
yo me lo guiso, yo me lo como...
Mas solo
mejor se está;
con menos bulto,
más claridad...
Son muy buenos los amigos
mientras uno abone el gasto,
mas si se funde critican
que «¿por qué gustaba tanto?»
Aunque confíen del gato,
cuelgan la carne bien alto
Y... ¡sueño pídanle a Dios
que donde dormir no falto!
De la injusticia del mundo
en la abeja ejemplo tomen:
está siempre haciendo miel...
y es otro el que se la come.
No escuchen a la mujer
que del marido anda hablando
hay quien llama flaco al pollo...
pero lo está desplumando.
De apariencias no se fíen
que el lujo no siempre es rango
y la lombriz que más brilla
es la que vive en el fango.
Si han de ser fuertes, no traten
gente de corazón blando:
que, andando mucho entre ovejas,
el toro sale balando.
Si a enamorar se dedican
no anden con ropa gastada:
¿Qué va a pescar el anzuelo
si no le ponen carnada?
Triunfa en fútbol y en amores
el que ataca decidido:
no se ganan con gambetas
ni un corazón ni un partido...
No se alegren cuando Boca
los puntos deja en la cancha
siempre a ese dulce lo amarga
la sombra de la revancha...
Y si le hacen muchos goles,
el desquite es más grandote
cuanto más violento el golpe
más fuerte será el rebote...
No sufran cuando un suplente
a la estrella ha reemplazado
que, a lo mejor, es la salsa
superior al estofado.
Y antes del fin no padezcan,
ni nunca, antes del fin, rían...
¡Si habré visto errar penales
cuando el gol ya se aplaudía!