Canción de los recolectores

Canción

Somos los trotamundos de medianoche,
los rápidos caza-bolsas de la ciudad.
Compañeros de gatos y de fantasmas,
nuestra novia se llama la Soledad.

Vamos velando el rumbo, casa por casa,
muchas veces la luna sale a espiar
mientras llora el diablillo de la basura
porque dentro de un rato se va a quemar.

Es como si la vida, de pronto fuera,
ese montón de trastos que están de más.
Por eso, es necesario que se hagan humo
para que a las veredas vuelva la paz.

Nuestras manos no tienen lindos recuerdos,
andan entre las cosas que huelen mal.
Sin embargo, al mirarlas, uno presiente
que se encienden las huellas de algo vital.

Al insomnio del aire le damos sueños
que en la hoguera del alba, crepitarán;
quién les dice que un día, no muy lejano,
no tendrán ya basura los que vendrán.