Carmín y overol

Tango

El barrio despierta. Se oculta la noche.
Las luces humildes del viejo arrabal
bostezan reflejos y un gallo a lo lejos
anuncia que el cielo ya está por clarear...

De pronto la calle se inunda de obreros.
El traje de hornero y el gesto ritual
de un tierno galán esperando a la piba
que corre a la puerta al oírlo silbar.

Así...
por la vereda sepia del pasado
se van...
al porvenir de aquel país robado
camino del taller
del brazo del amor.
Se van...
por otro amanecer.

La vida, los años le fueron secando
a ella los labios, a él el jornal
y hoy tienen un nieto que está en las esquinas
limpiando los vidrios por menos que un pan...

Quién sabe qué sombras dejaron a oscuras
las luces humildes del viejo arrabal.
País que se apaga sin sol, sin trabajo;
ya casi no se oye temprano silbar.