Nuestro hijo, el primero, será negro.
Tendrá el color preferido de sus padres.
Será alegre, de vivir alegre siempre
con los ojos muy abiertos y muy grandes.
Cuando nazca, nacerá riendo historias
que contaremos después en sus oídos.
Y su nariz se entreabrirá a los aires
de mil trompetas que gritarán su día.
Nuestro hijo será tuyo y será mío
tendrá mirada de amanecer deseado,
todos lo desearán como hijo propio
por ser el fruto del amor santificado.
Traerá para este mundo otro mundo,
el mundo que los dos soñamos...
la bondad infinita en una mano,
y la felicidad en la otra como un ramo.
Nuestro hijo, el primero, será negro,
de una negrura pura y cristalina,
que alumbrará las almas de sus padres
con los destellos de una luz divina.
Será alto, muy alto, cuando hombre.
Tendrá alma de los pies a la cabeza
y su dulzura sin límites, su cuna,
le velará los ojos con terneza.
Nuestro hijo será tuyo y será mío
tendrá mirada de amanecer deseado,
todos lo desearán como hijo propio
por ser el fruto del amor santificado.
Traerá para este mundo otro mundo,
el mundo que los dos soñamos...
la bondad infinita en una mano,
y la felicidad en la otra como un ramo.
Nuestro hijo, el primero, será negro.