El tango es la musa de mi Buenos Aires,
andando entre guapos aprendió a vivir;
en la mala racha jamás fue cobarde
y en los entreveros se aguantó piolín.
El tango es un naipe que no tiene contra,
es el as de triunfo para la emoción,
final de Palermo, a taco y a lonja,
y es un viejo curda en un bodegón.
Tango…
que saltando zanjas,
por Alsina y por Pompeya
conociste a la Mireya
hamacándose en tu son,
al vasco Aín y a Juanito
y al famoso Lecherito
que en Mataderos cayó.
Tango…
el de rango turbio,
con taquito y media caña
entrador pero sin maña
como punta de alfiler,
que te empilchaste con lengue
en el bailongo canyengue
del tano cuarenta y tres.
El tango es la historia de un cacho de vida,
dolor de Griseta que perdió la fe…
Callejón sin nombre… percal y glicinas;
y es la barra amiga que está en el café.
El tango es un naipe que no tiene contra,
es dolor de hermano que llora un querer.
Farol en la noche, con luces y con sombras,
que se pone triste al amanecer.