Fuiste cual rosal
que el viento destrozó,
un poco de ilusión
que arrastra el vendaval.
Y una noche cruel y triste,
en lo peor te hundiste
por tu propio mal.
En el rancho aquel
temblando de emoción,
quedaba el payador
sin alma ya y sin fe,
y en su canto melodioso
desgranó su alma
por aquel desdén.
Y en su canción,
dijo el payador:
No me cantes ya, zorzal,
ya nada quiero oír
tu canto me hace mal,
mi guitarra muda está
y tengo el corazón
cansado de llorar,
en mi pingo escarceador
errante vagaré
cual hijo del dolor,
pero nunca el payador
buscando a nadie irá
a mendigarle amor.
Hoy te he vuelto a ver
como una aparición
igual que un corazón
que ya perdió la fe.
Y tal lástima me diste
que me puse triste
y sin querer lloré.
Te portaste mal
y el mundo se burló.
Heriste al payador
con el más cruel puñal
hoy, por eso, en la llanura
con pasión recuerda
su profundo mal…