Una tarde me dijeron, por tu barrio una vecina,
que perdiste para siempre tu hermosura y esplendor
y del barrio que antes fuiste el orgullo por divina
sólo queda el recuerdo de tu hechizo embriagador…
Yo que en ti había cifrado las más dulces esperanzas
de mis sueños deliciosos puramente hechizador,
mis ensueños los llevaste allá lejos en lontananzas
entre el polvo del olvido, del engaño y del dolor.
Te entregaste a la milonga
después de haber comprendido
que todo, todo has perdido
con es vana ilusión.
Sólo te queda el recuerdo
por tu triste trayectoria
un pedacito de gloria…
de tu amante el trovador.
Y también, yo no lo dudo, me contaron que has tenido
como prueba de tu orgullo hasta un imposible amor
que abandonado dejaste por tu camino florido
ayes, suspiros, ensueños borboteantes de calor.
Pero que nada te importa si al fin sos la preferida
de la barra milonguera que forman el festival,
y en cada milonga triste llevarás como una herida
todos mis versos hirientes, como filoso puñal.