Sol

Por lo mucho que yo he sufrido,
por lo mucho que yo he llorado,
por todo mi dolor,
un día en mi camino
como una bendición te puso Dios…
Hoy mi vida ya ha florecido
libertada de ese pasado
de angustias y de mal…
por ti yo he aprendido
a creer como somos buenos y a cantar.

Te quiero,
porque en tus brazos me duermo
como un niño mimoso y travieso.
Te quiero
porque al nombrarte yo siento
que se inunda de dichas mi pecho…
Te adoro
con la emoción de aquel ciego
que elevando sus ojos al cielo
comprende
que por fin los destellos del sol
y se acerca más a Dios…

Entre sombras iba mi vida
dando tumbos, sin esperanzas,
ni fuerzas para andar.
Después mi fe perdida,
al verte, floreció como un rosal…
Ya que importa lo que he sufrido
si en tus brazos tengo un refugio
que calma mi dolor.
Y sé que en mi camino,
como una bendición, te puso Dios…