Ruge la ciudad.
En mis entrañas anda un sol por asomar,
ronda fogoso por la piel, y más allá,
como un desborde pasional, tibieza irresistible.
Ronda mi soñar,
tesoro inmenso, fiel compinche del andar,
luz de un misterio cardinal,
abre un camino por viajar, ¡viene por mí!
Muere sin permiso algún silencio,
besa sus espejos la canción,
pinta los secretos de mi rojo corazón
y me atrevo a ir mucho más allá!
Baila en la barriada mi alegría,
música descalza y sin edad,
soplo la amargura con mi aliento,
canto con el alma en libertad…
Y despierta al fin lo que soñé.
En la tempestad,
cuando el dolor le ponga gris a la verdad,
cuando se quiera interponer la soledad,
entre el amor y mi portal, con sus inmensos muros.
Siempre buscaré
abrir ventanas al calor original,
de algún acorde sin final,
sacudiré la realidad, ¡iré por mí!