(Recitado)
Caminando por un barrio humilde de mi ciudad
conversaban dos purretes, gorriones de mi arrabal,
y al escuchar sus palabras...
penetraron en mi alma, su tristeza y soledad...
Qué suerte que tenés, che Carozito,
escuché que dijiste: “Mi mamá...”
Yo nunca tuve la dicha de nombrarla
pero ganas no me faltan de llamar.
Me contaron que la mía se fue al cielo
cuando yo vine del cielo para aquí,
y que ahora desde arriba ella me guía
porque quiere que en la vida sea feliz.
Si pudieras prestármela un cachito
aunque sea por un día, nada más,
y decirle solamente que la quiero
como vos, que tanto, tanto la adorás.
Si pidieras prestármela un cachito...
Vos sos bueno... háblale Carozito
que yo nunca pude decir... ¡Mamá!...
(Recitado)
Cuántas veces cuando juego con los pibes
ellos dicen: “Chau me voy, me llama mi mamá”.
Y de mí nadie se acuerda, Carozito,
¡Si supieras la tristeza que me da!...